La forma más universal de demostrar nuestros sentimientos nunca desaparecerá porque, además de ser placentera, es una mágica fórmula para “curar”.

En principio, solo consiste en presionar los dos labios contra una segunda piel u otros labios. Por amistad, por amor, por respeto o por puro deseo. Un pequeño gesto capaz de liberar millones de pequeñas cápsulas de salud totalmente gratuitas y ajenas a la crisis. Pueden tomarse de forma suave y tímida, o de forma apasionada y explosiva. Pero, se tomen como se tomen, no tienen ni fecha de consumo preferente ni caducidad alguna. Tan solo dosis de placer y salud.

 

Pierde peso

Cada vez que besas, 34 músculos de tu cara –nada más y nada menos– se contraen y se relajan a un ritmo frenético. Tanto es así que consigues gastar una gran cantidad de energía y, con ella, una gran cantidad de calorías. Un minúsculo beso elimina de diez a doce calorías, mientras que un beso apasionado consigue quemar más de treinta calorías.

 

¡Siéntete feliz!

Tus labios poseen unos pequeños receptores de sensaciones que, rápidamente, envían gran cantidad de información a tu cerebro. Por eso, al besar, tu cuerpo reacciona de diversas formas: se puede erizar el vello debido al cambio de temperatura que causa la emoción. Los besos apasionados provocan que el cerebro libere endorfinas hacia el torrente sanguíneo. Estas hormonas actúan como una “droga” natural e inofensiva producida por el propio organismo, generando una sensación placentera que ayuda a liberar tensiones, a reducir el nivel de estrés e incluso mejorando los estados depresivos y la ansiedad. 

Pocos gestos consiguen dotar a tu corazón de un ritmo cercano a la perfección, como lo hace un buen beso. Cuando besamos, el pulso se acelera de 70 a 140 pulsaciones por minuto, lo que activa la circulación de nuestro organismo. De este modo, puede existir cierta relación entre los besos y una disminución en el riesgo de sufrir de presión alta. ¿Qué mejor forma de combatir la hipertensión?

 

Ayuda a tu sistema de defensas

Besar ayuda también a mejorar el desempeño de tu sistema inmunológico. Aunque parezca paradójico, el intercambio de saliva al besar es esencialmente un traspaso de gérmenes, lo que equivale a una “vacuna” natural.

 

Una forma de conocerse

Un beso es el primer paso para conocer nuestro nivel de compatibilidad con la otra persona: a nivel sensorial, el beso es sumamente intenso, permite sentir el sabor, olor y tacto de la otra persona. Además, es una muestra de confianza, debido al nivel de cercanía que se alcanza y al hecho de entrar y dejar entrar en el espacio personal del otro. 

 

Pero no beses si…

Si padeces mononucleosis infecciosa, también conocida como enfermedad del beso, una infección causada por un virus. Aparece más con más frecuencia en adolescentes y adultos jóvenes, y los síntomas que la caracterizan son fiebre, dolor de garganta o inflamación de los ganglios.

 

Se transmite principalmente por el intercambio de saliva: a través de besos, al beber del mismo vaso o de la misma botella, y al compartir comida o bebidas con otras personas. Aunque el tiempo durante el cual una persona con la enfermedad es contagiosa varía, el afectado puede ser contagioso mientras siga teniendo síntomas (la fiebre normalmente cede en diez días, mientras que la inflamación de los linfonodos y la del bazo se curan en cuatro semanas o unos cuantos meses después).

 

Solemos cerrar los ojos cuando el beso es expresión sincera de amor e intimidad. ¡Pero también es un acto reflejo de protección para tus ojos! Como tu rostro está tan cercano al de la otra persona, tus ojos no enfocan lo que tienen delante 

 

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