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La flora intestinal es el conjunto de millones de bacterias que cubre las paredes de los intestinos. Forma una barrera protectora de la que depende el buen estado del sistema digestivo y, además, cumple una labor inmunológica muy importante: impide que se alojen y se desarrollen gérmenes patógenos y estimula el sistema inmunitario, porque allí se origina el 80 por ciento de las células encargadas de producir los anticuerpos que protegen el organismo. Pero para tener una flora intestinal sana hay que evitar los hábitos y las situaciones que pueden alterarla. Y estas son las más habituales:
• Malos hábitos alimentarios, como dietas muy ricas en proteínas animales y masticación insuficiente.
• Estrés y depresión.
• Estaciones frías del año. Medicamentos como antibióticos, hormonas, ansiolíticos, antidepresivos, antihistamínicos, laxantes…
• El tabaco y el alcohol.
Los investigadores están de acuerdo en que cuanto más variada sea la flora intestinal, más protegida se encuentra una persona frente a posibles infecciones. Para mantener o mejorar este equilibrio, la clave es la alimentación. Es necesario incluir en la dieta diaria alimentos prebióticos y probióticos, además de mantenernos hidratados y practicar ejercicio físico regularmente. Pero, ¿qué son?
Probióticos
Son microorganismos vivos de origen natural que están presentes, sobre todo, en las leches fermentadas. Para que sean beneficiosos para la salud deben sobrevivir al paso por el estómago y llegar vivos al intestino grueso para poblarlo. La mejor forma de incluirlos en la dieta diaria es en forma de yogur (de leche de vaca, oveja, cabra) que haya sido fermentado con microorganismos probióticos vivos. El kéfir también es una buena opción.
Por otra parte, algunas investigaciones han demostrado la capacidad de algunos probióticos específicos (determinadas cepas de bacterias) para modular diversos factores del sistema inmunológico. Por ello los especialistas recomiendan recurrir a complementos que contengan probióticos de manera concentrada para recuperarse de la pérdida de flora en situaciones determinadas, como tratamientos con antibióticos o enfermedades largas.
Prebióticos
A diferencia de los anteriores no son microorganismos vivos, sino sustancias que sirven de alimento a los probióticos.
Los prebióticos son componentes alimenticios no digeribles por nuestro sistema digestivo, pero sí fermentables por los microorganismos de la flora intestinal. Las mejores fuentes de prebióticos las encontramos de manera natural, sobre todo en frutas y vegetales como ajo, cebolla, puerro, espárrago, alcachofa, trigo, cebada, avena, patata, legumbres, tomate, manzana, ciruela, pera, plátano... Además, por ser una forma soluble ralentizan la absorción de azúcares y grasas y regulan el ritmo intestinal.
Los prebióticos sirven de alimento a los probióticos
Un ejército numeroso
Cada individuo alberga en su interior cien mil millones de microorganismos de 400 especies, en su mayoría bacterias.
Más del 95 por ciento vive en el tracto digestivo, sobre todo en el colon.
Toma nota… consúmelos si tomas antibióticos
Tras la toma de un tratamiento a base de antibióticos son frecuentes las diarreas, ya que estos fármacos no distinguen las bacterias malas de las buenas y acaban por atacar a todas por igual, también a los probióticos. Por ello, los expertos recomiendan complementar los antibióticos con yogures y un suplemento de probióticos si fuera necesario.