El dentista puede ser el primero en observar determinados síntomas de enfermedades como la diabetes, tumores o problemas digestivos, trastornos alimentarios y hasta un exceso de estrés, precisamente en la boca y en los dientes. 


Esto confirma la enorme importancia de realizarnos una revisión bucodental al menos una o dos veces al año.

1. Encías inflamadas que sangran

Detrás de una periodontitis (encías enrojecidas que duelen, sangran abundantemente y se retraen, dientes que parecen más largos y se mueven), puede estar la DIABETES, que se ha confirmado de manera inequívoca como uno de los principales factores de riesgo de enfermedad periodontal. El riesgo de periodontitis se multiplica casi por tres en las personas diabéticas, incluidos niños y adultos jóvenes, si no llevan un buen control de sus niveles de glucemia (azúcar) en sangre. Tener la boca seca también puede ser una señal de alarma de diabetes.

Numerosas personas que ni siquiera habían sospechado que podían tener diabetes o incluso desconocían por completo esta enfermedad han descubierto en la consulta del dentista esos síntomas que les estaban advirtiendo de que padecen diabetes.

2. Mal aliento

La halitosis no siempre tiene su origen en una mala higiene bucal, sino que a menudo el responsable es algún problema digestivo, como el REFLUJO GASTROESOFÁGICO, lo cual se le resultará fácil de intuir a cualquier dentista en una revisión rutinaria.

El mal aliento tiene una estrecha relación con la SEQUEDAD BUCAL, que, a su vez, puede venir inducida por la DIABETES en algunos casos.

3. Llagas bucales que no se curan

Debido a que están en un medio húmedo, las pequeñas heridas o quemaduras que a veces aparecen en la mucosa de la boca, labios, parte posterior de la garganta, amígdalas, glándulas salivales, en la lengua o en el paladar tardan más en cicatrizar y curarse del todo que las exteriores. No obstante, si tardan más de dos semanas en desaparecer del todo, es urgente que el dentista les eche un vistazo, porque puede tratarse de LESIONES PRECANCERÍGENAS, es decir, precursoras de un cáncer de boca o cáncer oral. Afecta con mayor frecuencia a los hombres que a las mujeres, y principalmente lo padecen personas mayores de 40 años. El 80 o 90% de los casos de cáncer bucal se deben al consumo de TABACO.

La detección de estos tumores antes de que se desarrollen aumenta enormemente las probabilidades de curarse y sobrevivir. Aunque uno mismo revise con atención el estado de toda su boca frente al espejo –lo cual es siempre recomendable–, la exploración periódica por parte del dentista es fundamental para poder detectar frenar el cáncer oral en sus fases iniciales.

4. Dientes desgastados y dolor de mandíbula

Si notas tus dientes extremadamente sensibles al frío, al calor o al dulce y se fracturan a menudo, es muy posible que el ESTRÉS tenga buena parte de la culpa. Si además notas dolor o sensación molesta en la mandíbula u oyes chasquidos al masticar o hablar –síntomas típicos de bruxismo–, el dentista lo tendrá claro: la tensión nerviosa está afectando a tu dentadura y tienes que hacer algo al respecto. Con la ayuda de una FÉRULA DE DESCARGA aliviarás esa tensión en la mordida y evitarás que tus dientes sigan desgastándose, pero si el nerviosismo está afectando también a otras parcelas de tu salud (malestar digestivo, dolor de cabeza…), el dentista te recomendará que te pongas en manos de un médico de familia para que estudie la causa y te ponga un tratamiento si lo necesitas.

5. Esmalte dental erosionado

A ningún dentista se le pasa por alto, sobre todo en de personas jóvenes, problemas como una acusada decoloración de los dientes y pérdida de piezas dentales. Si ambas patologías se dan al mismo tiempo sin motivo aparente, todo apunta a un trastorno alimentario como la ANOREXIA y BULIMIA.

La erosión del esmalte dental puede ser consecuencia de ácido del estómago que llega a la boca a través de los vómitos. La anorexia puede dar lugar al desarrollo de OSTEOPENIA u OSTEOPOROSIS, enfermedades que debilitan los huesos maxilares que sostienen los dientes.

 

 

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