Aunque sean los más pequeños de la casa los que más se entretengan con ellos, estos rompecabezas ofrece beneficios a todo aquel que intente montar sus piezas.

Más que un juego de niños

Los hay de todos los tamaños, con un sinfín de diseños (paisajes y fotos de todo tipo, dibujos, obras de arte…), de diferentes materiales e incluso en tres dimensiones. Estamos hablando de los puzles, un juego que entretiene y beneficia tanto a los pequeños como a los mayores de la casa. Además de fijarte en el dibujo o fotografía que formará una vez que lo acabes, a la hora de comprarlo, especialmente si lo va a completar un niño, tienes que tener en cuenta su edad:

  • De cero a dos años, no tiene que tener más de cuatro piezas.
  • De dos a tres años, puede tener entre cuatro y doce piezas.
  • De tres a cuatro años, se puede subir hasta 22 piezas. A esta edad es buena idea que sean de letras y palabras, para que el niño los comience a conocer.
  • De cuatro a cinco años, ya pueden ser de más de 50 piezas.
  • A partir de los cinco años, se puede ir aumentando la complejidad de los puzles, según la capacidad y afición del pequeño.
  • Para los adultos, no hay límite de piezas (¡los hay hasta de 32.000 piezas!), pero si nunca se ha hecho un puzle, es mejor empezar por uno sencillo e ir aumentando el nivel poco a poco.


Aumentan o recuperar habilidades:
La creatividad, la coordinación, la motricidad o la pericia son habilidades que se pueden recuperar si se han perdido con el paso de los años, o aumentarlas, ya que los rompecabezas hacen trabajar a los dos hemisferios del cerebro.

Se pueden hacer en familia: Sentarse con los hijos o los nietos a completar un puzle es una buena forma de fomentar la relación familiar. Elegid uno que os guste a todos, o que vaya a formar parte de la decoración de la habitación de los más pequeños para que estén motivados y lo completen en su totalidad.

Son un auténtico reto: El ir haciendo rompecabezas más complicados conlleva ir superando retos, algo que puede resultar muy motivador, mientras que favorece que se aplique la lógica con más rapidez y se toleren mejor las dificultades que se nos presenten.

Desarrollan las capacidades cognitivas: El hecho de manipular pequeños objetos como son las piezas de los puzles potencia el desarrollo cognitivo, favoreciendo que haya un equilibrio adecuado entre la inteligencia y el desarrollo físico.

Mejoran la percepción espacial: Debido a que para formar el rompecabezas hay que tener en cuenta el lugar y espacio que va a ocupar cada pieza en la totalidad del juego, es necesario trabajar la capacidad espacial. Según se cogen las piezas, se visualiza su posición.

Reducen el estrés: El hecho de permanecer un rato en silencio, pensando y entretenido fichas correctamente, favorece la relajación y ayuda a controlar el estrés. Es un momento para estar con nosotros mismo sin pensar en problemas externos.

Ejercitan la memoria: Los puzles no se suelen completar en un día, así que hay que recordar en qué parte nos quedamos la última vez que lo intentamos completar. Además, se debe ir memorizando las piezas que se cogen, pero que aún no se pueden colocar, para tenerlas presentes en el momento en que se está formando la zona donde va ubicada. Poner a trabajar así la memoria puede ayudar a ralentizar la evolución de una demencia senil.

¡QUÉ IDEA! Si te entretienes completando puzles, puedes hacerlos con tus propias manos. Coge una foto, un dibujo o una lámina, recórtalo en diferentes piezas y siéntate con los más pequeños de la casa para volver a montarlo juntos. Después podéis pegarlo sobre un cartón o una tabla.

 

 

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