Los últimos días de diciembre son jornadas de algarabía y fiesta. Pero también son un buen momento para hacer balance del año y dejar que el espíritu conciliador de la Navidad nos lleve a enterrar el hacha de guerra con amigos, familiares y ex parejas. Pero para eso hay que hacer antes una pequeña introspección.

El espíritu navideño que se apodera de muchos de nosotros los últimos días del año, en ocasiones nos puede ayudar a dar el primer paso para retomar el contacto con familiares, amigos o compañeros de estudios o trabajo con los que en el pasado rompimos relaciones. Hacerlo, y procurar que las aguas vuelvan a su cauce, siempre es una buena idea.

Pero el éxito de la iniciativa depende de un trabajo previo. «Antes de intentar retomar el contacto con alguien con quien nos enfadamos en el pasado, tenemos que entender qué pasó y cómo llegamos a ese punto –explica Esteban Cañamares, psicólogo clínico especializado en temas familiares–. Para ello debemos tirar de empatía y hacer lo imposible para colocarnos en el lugar del otro».

Una vez que tenemos claro que queremos remontar aquella amistad, llega el momento álgido, el de retomar la relación. «Si vemos que tras una primera intentona la otra parte está reticente podemos insistir un poco, pero no demasiado porque a veces la otra persona se encona en su posición. Cuando eso sucede hay que asumir que la reconciliación no es posible», matiza Cañamares.

Pero si hay signos de que la otra parte está dispuesta a sentarse a hablar, el psicólogo recomienda «utilizar las nuevas tecnologías (WhatsApp o SMS) para anunciar que nuestro objetivo no es vernos para continuar con la discusión, sino que vamos en son de paz. Frases del tipo ‘estoy convencido de que nuestra relación puede mejorar’ podrían ayudar a sellar la paz definitivamente», sostiene Cañamares. Una paz que siempre que sea posible hay que tratar de lograr en persona, cara a cara.

La familia ‘duele’

Aunque la forma de aproximar esa posible reconciliación no cambia independientemente de que el conflicto lo hayamos tenido con un familiar o con un amigo, compañero de trabajo o vecino, Cañamares sí alerta de que cuando tratamos de hacer las paces con alguien de nuestra familia hay que tener en cuenta dos cosas: la primera es que a un familiar, por todo el histórico que hay detrás, nunca se le olvida, y la segunda es que debido precisamente a ese histórico es más difícil ser objetivo. «Por mucho que nos duela enfadarnos con un amigo, antes o después lo vamos a sacar de nuestra lista de amistades, pero a un familiar, como un hermano, un padre o una madre nunca se le olvida, y esa ruptura nunca deja de doler», explica Cañamares.

De ahí que en estos casos recomiende contar con la ayuda de un psicólogo que nos ayude a ser objetivos antes del reencuentro.

El día después...

En el caso de que nuestro propósito haya tenido éxito es importante que la relación se retome «poco a poco, sin tocar el tema por el que surgió el conflicto y haciendo actividades que nos unan y no sean conflictivas», explica Cañamares. Solo en el caso de que consigamos que la relación se reponga y tras vernos en varias ocasiones con la persona, Cañamares admite que se podría volver a la carga y hablar de aquello que en su día nos separó de la persona con la que ahora nos reconciliamos.

Estas reconciliaciones, precisamente en la época navideña, son más beneficiosas para la salud de lo que pueda parecer. «La Navidad, al margen del valor religioso que puede tener para cada persona, es un rito de unión. Y especialmente es un rito de unión familiar; una forma de demostrar que estamos unidos, que somos los Pérez, los Rodríguez o los Fernández.

Y es un rito de unión que también se extiende a amigos o a compañeros, de ahí que sean tan comunes las típicas cenas de Navidad entre grupos de amigos o plantillas de empresas; sirven para afianzar el grupo», afirma Cañamares, que matiza que la Navidad es un buen momento para tratar de hacer las paces, «siempre y cuando la intención realmente sea verdadera».

Sentimiento de tribu

Independientemente de la época del año en que tratemos de restañar las heridas de una relación rota, el psicólogo recuerda que la reconciliación es buena para el bienestar del ser humano, dada su necesidad de estar unido a un grupo, a una familia, a una pandilla de amigos… «Estar unidos a otras personas, ya sean familiares, compañeros o amigos, nos proporciona paz y seguridad y un sentimiento de autoestima e integración», explica.

Hay seres vivos como el gato montés que vive en soledad 364 días al año y solo se junta un día al año con la manada para aparearse. Y luego hay otros seres vivos, como las ovejas, que están hechos para estar en grupo. Son seres gregarios, que necesitan a sus iguales para sentirse bien y protegidos. Nosotros, los seres humanos, pertenecemos a este segundo grupo. Eso sí, «sin ser borregos, cada uno con nuestra propia identidad y nuestros perfiles definidos», afirma. Perfiles que, a su vez, determinarán qué tipo de personas tendrán más fácil eso de pedir perdón.

«Pedir perdón es una tarea muy difícil, porque generalmente en una situación de conflicto entre dos personas todo está mezclado. Ni el otro tiene la culpa de todo ni yo soy el culpable al cien por cien de lo que sucedió», explica.

Ahora bien, para llegar a ese punto hay que saber criticar al prójimo y también a nosotros mismos. En definitiva, según Esteban Cañamares, «aquel que tenga más empatía, el que esté más entrenado para hacerlo o el que haya visto cómo lo hacían a su alrededor y haya tomado buena nota de ello será aquel que pueda pedir perdón y perdonar con mucha más facilidad». Salvo algunas excepciones, claro está.

La empatía y el acercamiento a la otra persona nos ayudarán a conseguirlo

Regalos por caricias

Cuando dos personas consiguen superar un bache en su relación y se reconcilian no siempre es fácil retomar los gestos físicos del pasado, al menos al principio y sobre todo entre dos hombres, menos propensos a los abrazos con sus amigos que las mujeres con sus amigas. De ahí que un detalle material, por pequeño que sea, podría servir para sustituir en un primer momento el contacto físico y convertirse incluso en un sustitutivo de las caricias.

La magia de la Navidad

Querer hacer las paces en Navidad no es una casualidad. Si muchas personas sienten la necesidad de recuperar el contacto con familiares, amigos o compañeros de trabajo en esta época del año no es solo por el espíritu conciliador y navideño que caracteriza a estos días de fi esta. Es porque la Navidad es un rito de unión familiar pero que también se extrapola a amigos y compañeros. “Es un rito y una forma de demostrar que estamos juntos y pertenecemos a un colectivo”, explica Esteban Cañamares, psicólogo clínico experto en temas familiares.

Los seres humanos necesitamos estar unidos y relacionarnos

Pon la tecnología de tu parte

Las nuevas tecnologías, especialmente los smartphones y algunas de sus aplicaciones, como WhatsApp, pueden convertirse en buenos aliados a la hora de retomar el contacto con alguien con quien en el pasado rompimos nuestra relación. Sobre todo, a la hora de recontactar con la persona en cuestión e indicarle, por escrito, que la intención de citarla no es para continuar haciendo hincapié en la causa o las causas del conflicto que nos separó, sino todo lo contrario. Las nuevas tecnologías pueden ser nuestro particular pañuelo blanco, pero no de rendición sino de paz. Además, pueden ser un bálsamo que ayude a suavizar la sintaxis que usemos después en el reencuentro.

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