Alergia al polen ¡Supérala esta primavera!

Ojos llorosos, estornudos, nariz “con goteras”… Antes eran síntomas marcadamente estacionales, pero cada vez más personas en España son alérgicas a varios tipos de pólenes diferentes y los padecen durante casi todo el año. ¿Sabías que hay tratamientos y hábitos muy eficaces para aliviarlos?

Con los primeros rayos de sol de la primavera, el polen empieza a inundarlo todo. Las plantas comienzan a lanzar al aire miles de partículas que se convierten en una auténtica pesadilla para los alérgicos. Como ha ocurrido en años recientes, las previsiones vuelven a ser nada halagüeñas para ellos: después de las fuertes lluvias que hemos soportado en toda España durante el otoño y el invierno, la concentración de pólenes se espera muy alta en los próximos meses. Hay que estar preparados. 

Pero, ¿a qué se debe esa reacción del organismo al ponen? ¿Cómo saber si somos alérgicos? ¿Se pueden evitar o aliviar las molestias que produce la alergia? Vamos a dar respuesta a estas y a otras cuestiones.

Gente “hipersensible”

La alergia es una hipersensibilidad a muy diversas sustancias (alérgenos), como pueden ser el componente de algún alimento, un fármaco, el veneno de un insecto, las esporas de los hongos, los ácaros del polvo o los pólenes de muy diversas plantas. Estas mismas sustancias son inofensivas para las personas que no son alérgicas a ellos.

Con frecuencia, los alérgicos presentan hipersensibilidad a varios alérgenos a la vez, pero no está claro por qué unas personas desarrollan alergias y otras no. Lo que sí se conoce es que en la predisposición a ser alérgico tiene mucho que ver nuestra genética, puesto que los niños con padres alérgicos tienen bastante más probabilidades de serlo ellos también. Incluso si solo el padre o la madre tiene alergia, el niño tiene hasta tres o cuatro veces más probabilidades de desarrollas alergia, al mismo alérgeno o a otros distintos. 

Una “falsa alarma” del organismo

Se podría decir que una reacción alérgica es la respuesta del sistema inmunológico ante una “falsa alarma”: cuando la persona alérgica entra en contacto con una sustancia que para ella es un alérgeno –el polen de un tipo de planta en concreto, en este caso– su sistema inmune lo identifica como un “invasor” y trata de acabar con él generando una gran cantidad de un anticuerpo llamado inmunoglobulina E o IgE. La presencia de tantos anticuerpos IgE en la sangre desencadena la activación de unas células del sistema inmune llamadas mastocitos, que a su vez liberan diferentes sustancias, sobre todo histamina, que es la causante de las molestias características de la alergia.

El polen que se encuentra en el aire, por su pequeño tamaño se adhiere fácilmente a la conjuntiva del ojo y penetra por las vías respiratorias hasta interior de los pulmones, entrando en contacto con las mucosas y poniendo en marcha los mecanismos de defensa que provocan los síntomas alérgicos. No se tiene alergia al polen en general, sino al de una especie o varias especies de plantas  en concreto.

 

Las alergias pueden aparecer por primera vez en cualquier momento de la vida, aunque son más frecuentes a partir de la adolescencia

 

¿Por qué más en primavera?

La alergia al polen (polinosis) afecta aproximadamente al 15% de la población. Entre los jóvenes, el porcentaje alcanza hasta un 30%, según el Ministerio de Sanidad. La asociamos a la primavera porque en España, como en el resto de Europa, el polen de las plantas al que más personas son alérgicas es el de las gramíneas –familia a la que pertenecen muchas hierbas silvestres que crecen junto a las carreteras o en los terrenos sin cultivar–, y su temporada de mayor polinización es entre los meses de marzo a julio. Los niveles máximos de polen de estas plantas se dan entre mayo y junio. A partir del comienzo del verano, las altas temperaturas provocan que la presencia del polen de gramíneas en el aire sea cada vez menor o intermitente, hasta desaparecer casi por completo en otoño, aunque sigue estando en el aire prácticamente durante todo el año.

En los núcleos urbanos, la alergia al polen es más habitual en las ciudades que en el ámbito rural, probablemente porque la contaminación atmosférica urbana potencia el efecto alergénico del polen. Es precisamente en las ciudades donde peor lo pasan los alérgicos al polen de las cupresáceas, otro de los más alergénicos, porque a esta especie pertenecen los arbustos ornamentales que más se utilizan en parques, jardines y casas, como la arizónica y el ciprés. Este polen abunda en invierno (sobre todo en enero, febrero y marzo) a diferencia del polen de las gramíneas.

Otros pólenes que traen de cabeza a muchos alérgicos en España son el del olivo en las zonas sur, centro y este de la península y el de la parietaria judaica (una maleza), principalmente en la zona costera mediterránea. En otras zonas es también alta la incidencia de la alergia a los plantagos, a la artemisia, la salsola y el chenopodium, entre otras. 

De aquí a seis años, media España alérgica

El número de personas que sufre algún tipo de alergia ha ido creciendo a un ritmo de un 10% más cada diez años. Hoy se estima que uno de cada cinco españoles es alérgico, y se prevé que en el año 2020 la mitad de la población en España será alérgica.

Se cree que la creciente contaminación atmosférica, especialmente la causada por el tráfico rodado en las ciudades, incrementa la capacidad de los pólenes de producir alergia.

CREO QUE TENGO…

¡Alergia!

 Si notas varios de estos síntomas, especialmente en los días soleados y con viento, y empeoras cuando sales a la calle o al campo, existe una alta probabilidad de que tengas alergia al polen:

Estornudos y taponamiento de nariz (rinitis alérgica).

Tos espasmódica (sobreviene de repente y es difícil de aliviar).

Crisis de asma. Se caracteriza por la aparición de ruidos silivantes (“pitos”) en el pecho y dificultad para respirar, debido a la inflamación  y obstrucción de los bronquios y al aumento de la secreción mucosa. 

El asma alérgica representa el 70% de todos los tipos de asma y es la enfermedad crónica más frecuente en niños y adultos jóvenes.

Picor y escozor en ojos, garganta, nariz y oídos.

Conjuntivitis (enrojecimiento de los ojos, legañas abundantes, lagrimeo).

Erupciones en la piel, ronchas, picores generalizados (urticaria).

Dolor de abdomen, diarrea o vómitos (generalmente en lactantes y niños pequeños).

¿O será catarro? 

Las molestias respiratorias típicas de la alergia al polen son similares a los que produce el resfriado común. De hecho, en el caso de los niños, que suelen resfriarse con frecuencia, a veces la alergia tarda más en diagnosticarse precisamente porque puede parecer un catarro que tarda demasiado en curarse. Por eso conviene conocer las diferencias más evidentes entre los síntomas de la alergia y los del resfriado.

PRUEBAS DE ALERGIA

Ante la sospecha de que los síntomas de una persona son de alergia al polen (como se hace con otros alergenos), el alergólogo puede hacer un estudio de dos formas distintas: 

■ Prueba del pinchazo. Se reproduce la reacción alérgica en la piel. Para ello se deposita primero una gota de un líquido que contiene un concentrado del polen sospechoso sobre el antebrazo y a continuación se atraviesa la gota y la piel con una lanceta que tiene una punta afilada de aproximadamente un milímetro.

Si hay reacción alérgica, se producirá una roncha que tendrá más de tres milímetros de diámetro. Normalmente se prueban varios pólenes sospechosos para distinguir cuál o cuáles son los responsables de los síntomas. Este tipo de prueba se conoce como “prick test” o prueba del pinchazo. 

■ Análisis de sangre. Se realiza para la detectar los niveles de anticuerpos IgE presentes en la sangre. Aunque esta prueba tiene algunas ventajas sobre el “prick test”, es mucho más cara y los resultados no se obtienen de forma inmediata. Por ello el “prick test” sigue siendo la prueba diagnóstica de elección en la mayoría de los casos.

MEDICAMENTOS QUE ALIVIAN

Convivir con los persistentes síntomas de la alergia al polen sin ningún medicamento que ayude a aliviarlos puede ser una auténtica pesadilla. Por eso existe un arsenal de fármacos a los que se puede recurrir, siempre por indicación de un médico y bajo su seguimiento. Algunos de ellos son: 

Antihistamínicos: Son medicamentos orales que controlan los síntomas respiratorios, las molestias oculares y la urticaria en la piel. Los de nueva generación no producen tanta somnolencia como los tradicionales y son más eficaces.

Corticoides: Por su efecto antiinflamatorio, ayudan tambén a combatir las molestias alérgicas.

Sprays nasales: Tienen acción vasoconstrictora, que descongesiona la nariz, porque contienen corticoides. No se deben utilizar por tiempo prolongado, ya que pueden producir efecto rebote.

Vacunas antialérgicas (inmunoterapia): Están indicadas solo en algunos casos. Generalmente se administran en forma de pastillas (orales o sublinguales) o mediante inyecciones que contienen ciertas dosis del alergeno al que es alérgico el paciente, para conseguir que su sistema inmunitario lo tolere. Puede impedir el desarrollo de asma en personas con rinitis alérgica y evita la aparición de nuevas sensibilizaciones. Puede tener una eficacia de hasta diez o doce años, o incluso toda la vida en algunos casos. Las personas que padecen una sola alergia son quienes mejor responden al tratamiento.

Es un tratamiento personalizado y pautado que se debe seguir durante varios años ininterrumpidos para que sea efectivo. 

Polen muy viajero

  • Las plantas producen polen para reproducirse. Las flores de algunos tipos de plantas usan su propio polen para autofertilizarse. 
  • Las especies que tienen flores muy llamativas y olorosas atraen a los insectos para que estos actúen como vehículo para transportar su polen de un lugar a otro. 
  • Hay un tercer tipo de plantas (muchos árboles, arbustos y hierbas) que no tienen flores con las que atraer a los insectos, por lo que se sirven del viento para esparcir su polen, siendo capaces así de viajar largas distancias. De esta manera, una persona puede notar intensos síntomas alérgicos sin tener cerca la planta que le produce alergia, pues las partículas microscópicas del polen llegan desde muy lejos y están en el aire que todos respiramos.

 ¡Cómo me pica la nariz! 

No es solo el goteo constante, los estornudos, la congestión que no deja respirar… ¡También ese picor que no se calma con nada! 

Pero existe una ayuda natural que puede ayudarte: irrigar tu nariz con un spray de agua de mar (los hay con distintos grados de fuerza) o con suero fisiológico. 

Arrastrarás el polen que haya entrado en tus fosas nasales (y de paso, los gérmenes y la mucosidad), respirarás mejor y calmarás la inflamación que provoca ese molesto picor. 

Si eres alérgico 10 consejos para respirar tranquilo

  1. Disminuir las actividades al aire libre entre las 5 y las 10 de la mañana (horas en las que la emisión de pólenes es mayor) y de 17 a 22 h (periodo en el que el polen baja desde la atmósfera, al enfriarse el aire).
  2. Durante la tarde y la noche, mantener las ventanas cerradas.
  3. Ventilar la casa solo entre las 10 y las 17 h., cuando hay menos polen en el ambiente.
  4. Viajar en coche siempre con las ventanillas subidas. Verificar en el taller el estado de los filtros de polen del coche periódicamente.
  5. Los días que se registren mayores concentraciones de pólenes, permanecer el máximo tiempo posible en casa o en lugares cerrados. Evitar salir sobre todo si hace viento.
  6. Evitar cortar el césped o tumbarse sobre él. Produce polen que puede producir alergia, y en él se deposita los pólenes de otras plantas.
  7. No tender la ropa fuera de casa los días de alta concentración de polen, ya que este se suele quedar atrapado en los tejidos.
  8. Ponerse gafas de sol para evitar la entrada de partículas de polen en los ojos.
  9. Si los síntomas son muy intensos, utilizar también una mascarilla que te cubra la boca y la nariz para salir a la calle, especialmente si vas a permanecer en ella mucho tiempo.
  10. En casa y en tu puesto de trabajo, mantén las superficies limpias pasándoles a diario una bayeta húmeda.

 ¿CUÁNTO POLEN TENEMOS HOY?

Los expertos recomiendan a las personas alérgicas al polen que se informen a diario de la cantidad de pólenes que se prevé en su municipio, para que en todo momento estén a tiempo de adoptar las precauciones necesarias. Las previsiones pueden fluctuar de manera significativa de un día a otro. Igual de importante es conocer si en el lugar donde vamos a pasar el fin de semana o las vacaciones se da el tipo de polen que nos produce alergia y en qué concentración. Para ello tenemos diferentes fuentes de información muy útiles, como estas: 

Páginas web de los ayuntamientos. Muchos de ellos ofrecen datos actualizados a diario sobre los tipos y concentración de pólenes. Para conocer el tipo y cantidad de polen que se encuentra en suspensión atmosférica se utilizan unos captadores de polen. 

www.polenes.com. Web de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Contiene abundante información específica para los alérgicos, gráficas de concentración de pólenes y enlaces a webs interesantes. 

Aplicaciones para móvil o tablet, como “Polen Control”, que informa sobre el nivel de pólenes según las predicciones del Comité de Aerobiología de la SEAIC. Se puede bajar de forma gratuita. 

Nubes... ¿de polen?

La pelusilla algodonosa que cae de algunos árboles en primavera y que se concentra formando grandes mantos blancos no es polen. Los álamos y chopos producen esas fibrillas para facilitar la diseminación de sus semillas, pero no suelen ser causantes de alergias. 

El mayor problema que suelen ocasionar estas nubes blancas es que se nos metan en los ojos y en la nariz cuando salimos a pasear. 

Saber qué alérgenos nos producen reacción permite encontrar el tratamiento más adecuado

 

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