Una buena digestión comienza en una correcta masticación de los alimentos que comemos. Sabemos que comer no es sólo una necesidad, sino un placer, y no cabe duda de que masticar pausadamente nos permite disfrutar mucho más de la comida que si la tragamos rápidamente, en grandes bocados, sin apenas saborearla.

Cuando masticamos, la comida se mueve en la boca gracias los movimientos de los músculos faciales y de la lengua. Los dientes trituran y desmenuzan la comida hasta convertirla en una “papilla” suave y cálida –llamado “bolo alimenticio”–, lo que facilita la entrada, circulación y asimilación de los alimentos por el aparato digestivo.

Una masticación incompleta y demasiado rápida puede contribuir a que ganemos peso –porque tenemos menos sensación de saciedad–, estreñimiento, gases, reflujo gastroesofágico, colon irritable y otros problemas digestivos.

Los nutrientes de la comida bien masticada se liberan y asimilan de una forma más rápida. Al mismo tiempo, la mayor permanencia de la comida en la boca hace que su sabor sea reconocido por los receptores de la lengua, que envían señales al cerebro y éste, a su vez, avisa al sistema digestivo para que libere jugos gástricos.

Problemas de masticación

Algunas personas que padecen enfermedades degenerativas, como Alzheimer o Parkinson, tienen dificultades para masticar. También suelen tener este problema quienes llevan prótesis dentales. Si es tu caso, recuerda estos sencillos trucos para que no tengas que renunciar a ningún alimento.

  • Carne. Utilízala picada como relleno de croquetas, pimientos, chipirones, empanadas, etc.

  • Verduras y frutas. Tómalas en puré, hervidas, al horno o como zumo.

  • Quesos. Elige los de textura blanda: tiernos, untables, de Burgos, etc.

¿Masticas bien?

El acto de masticar se realiza de forma casi inconsciente; por eso, si tienes tendencia a comer muy rápido, conviene que prestes atención para darte cuenta si lo estás haciendo bien. Lo conseguirás si sigues estos consejos:

  1. Respira. Antes de empezar a comer, inspira y espira tres veces. Te ayudará a relajarte si tienes mucho apetito o ansiedad.
  1. Sólo trozos pequeños. No te llenes la boca del todo; utiliza el cuchillo para cortar los alimentos en trozos pequeños que puedas masticar cómodamente. De esta forma, te resultará más fácil tragarlos, evitarás rozaduras en la garganta y en el esófago, y al msmo tiempo conseguirás que tu estómago los digiera mejor.
  1. Tómate tu tiempo. Deja los cubiertos sobre la mesa mientras masticas pausadamente hasta que la comida esté bien triturada.
  1. Acompaña la comida con agua. Tomar pequeños sorbitos mientras comemos nos ayuda a a ensalivar y a tragar los alimentos.


La saliva activa una primera barrera defensiva contra las infecciones bacterianas que puedan provenir de los alimentos.

 

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