La DMAE puede aparecer en la madurez, y el riesgo aumenta con los años. Además, los grupos de población más propensos a padecer DMAE son las mujeres, los fumadores, las personas con antecedentes familiares de DMAE y quienes tienen niveles altos de colesterol en sangre.

¿Quiénes corren más riesgo?

La DMAE es una enfermedad ocular degenerativa que afecta a la mácula (“mancha”, en latín), la zona más sensible y delicada de la retina, responsable de la visión central directa. Según la Organización Mundial de la Salud, el número de personas que padecen DMAE en todo el mundo se triplicará en las próximas décadas, si bien ya es uno de los problemas de salud más importantes del siglo XXI.

El papel de los especialistas en salud visual –oftalmólogos y ópticos-optometristas– a la hora de hacer una detección precoz de esta enfermedad es fundamental para que la pérdida de visión no sea irreversible. El deterioro de la vista en este caso es indolora y casi imperceptible al principio. Si aparecen alteraciones visuales, es posible que el daño en la mácula sea ya irreversible. Por tanto, realizarnos una revisión visuales cada año y no dejar pasar la mínima molestia es nuestra arma más eficaz contra la DMAE.

Dos tipos

Según los trastornos que ocasiona, la DMAE puede ser de dos clases:

  • DMAE seca: Es la forma más frecuente de la enfermedad (90% de los casos). Provoca una atrofia progresiva de la mácula que se suele prolongar durante años. Quienes la padecen rara vez se quedan totalmente ciegos, si bien sufren importantes dificultades para realizar las actividades cotidianas que requieren el uso de la visión central, como leer, escribir, coser o conducir.

  • DMAE húmeda: Su progresión es más rápida (se desarrolla en meses). Se da en torno al 15% de los casos. Es el tipo más avanzado de la enfermedad. Se caracteriza por el desarrollo de vasos sanguíneos anormales y frágiles en la mácula, que se rompen y su contenido fluye, apareciendo un punto ciego (escotoma) que provoca una disminución de la visión central. 

Una revisión a tiempo

Los especialistas en salud visual aconsejan realizarse una revisión rutinaria cada año a las personas mayores de 50 años que tienen algún caso DMAE en la familia, y cada cinco años a partir de esa edad a todas las personas sanas aunque no cuenten con casos previos entre sus parientes.

Por supuesto, si tenemos alguno de los síntomas característicos, hay que acudir al oftalmólogo o al óptico-optometrista sin demora, para evitar que la enfermedad se agrave y sea más difícil controlarla.

¿Cómo se detecta esta enfermedad?

El uso de la rejilla de Amsler y las revisiones periódicas son las herramientas básicas para el diagnóstico de esta enfermedad. Con su corrección óptica habitual (gafas o lentes de contacto), el paciente debe taparse un ojo y mirar al centro de la rejilla a una distancia de 33 centímetros. Si observa distorsión, líneas onduladas, rotas, borrosas o áreas sin visión, se le realizará además una exploración exhaustiva que incluirá un test de agudeza visual, una prueba de sensibilidad al contraste y una oftalmoscopia, entre otras pruebas específicas.

El tratamiento

La DMAE seca actualmente no tiene tratamiento. La DMAE húmeda, según las características del paciente, sí puede tenerlo, dependiendo de la gravedad y del tamaño de las lesiones.

Síntomas que saltan a la vista

Cuando la DMAE se encuentra en una fase avanzada, empieza a dar señales:

  • Las líneas rectas pueden parecer torcidas o inclinadas, o bien desaparecen en algún punto. En la DMAE húmeda es característico que las líneas rectas se vean onduladas.

  • Alteración de las distancias y alturas. Se traduce en dificultad a la hora de bajar escaleras o reconocer las caras de las personas.

  • Mayor sensibilidad a luces intensas, o ver luces que no existen.

  • Sensación de falta de luz, especialmente al leer.

  • Visión borrosa o punto ciego (escotoma) en la parte central de la visión.

Hábitos saludables para prevenirla

La alimentación es un factor importante para la salud visual, y en especial, para protegernos de la DMAE. Seguir una dieta mediterránea, variada, baja en colesterol y triglicéridos y con todo tipo de nutrientes puede ayudar a prevenir la DMAE. Especialmente beneficiosos son los alimentos ricos en antioxidantes, presentes en abundancia sobre todo en las frutas y hortalizas frescas, consumidas en crudo, pues protegen frente a su aparición.

Apunta estos otros consejos:

  • Evita el tabaco.
  • Controla la presión arterial.
  • Protege tus ojos de la radiación solar con gafas que incorporen filtros específicos para baja visión.
  • Ante cualquier síntoma, consulta enseguida al oftalmólogo o al óptico-optometrista. No lo dejes.

El poder antioxidante de la vitamina A, presente en las zanahorias, nos protege de la DMAE.

 

 

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