Todas las claves para mejorarla. No esperes a notar que vas perdiendo la capacidad de recordar. Mantener la mente en forma leyendo, descansando bien y llevando una vida activa desde la juventud es el primer paso para prevenir en el futuro un deterioro cognitivo precoz o hasta una demencia. 


Los teléfonos móviles y los ordenadores nos recuerdan citas, números, fechas importantes, hacen cálculos por nosotros… En definitiva, nos hacen la vida más cómoda y nos permiten ahorrar tiempo. La consecuencia de no tenernos que esforzar para recordar esos datos es que terminamos usando menos nuestro cerebro y por ello este se puede deteriorar, perder su capacidad de funcionamiento o incluso atrofiarse. Se nos olvida que, al igual que el cuerpo, tenemos que ejercitar la mente, especialmente una de sus funciones esenciales, la memoria, para que se mantenga en plena forma durante más años a lo largo de toda la vida.

¿Por qué perdemos memoria?

Como todos los órganos del cuerpo humano, el cerebro también envejece con el paso del tiempo. La progresiva pérdida de memoria es uno de los síntomas de ese proceso degenerativo, que comienza ya desde los veinte años con el gradual descenso del número de neuronas con las que contamos.

Aunque depende mucho de cada individuo, a partir de los 55 años son completamente normales los pequeños olvidos relacionados con acciones cotidianas que realizamos de manera mecánica (“¿Habré apagado la luz al salir?” “¿Me he tomado la pastilla?” “¿Dónde he dejado mis gafas?”…). Es la denominada memoria a corto plazo. También es normal tener más dificultades para realizar varias tareas a la vez y notar más lentas las capacidades de atención, concentración y memorización. Estos cambios son menos significativos de lo que se cree, puesto que no suelen interferir de manera importante en las actividades diarias.

Memoria y emociones

Con mucha frecuencia, el responsable de estos olvidos transitorios suele ser el estrés emocional. La pérdida inesperada de un ser querido, la ansiedad o la depresión pueden afectar la atención hacia lo que nos rodea y dificultar, por tanto, la memoria a corto plazo. La confusión y el bajo estado de ánimo de las personas que han perdido su trabajo o han sufrido una separación familiar, por ejemplo, también pueden afectar a esta “memoria de lo cotidiano”.

En cuanto la persona recupera el equilibrio emocional y comienza a adaptarse a las nuevas circunstancias, lo normal es que sus problemas de memoria se disipen.

El ejercicio diario mantiene en buena forma nuestro cerebro al aumentar su oxigenación

Otros enemigos de tu mente

Algunas veces, las pérdidas de memoria transitoria se deben a otras situaciones como deshidratación, abuso de bebidas alcohólicas, consumo de determinados medicamentos o, en casos más graves pero menos frecuentes, a problemas de tiroides, tumores u otras lesiones cerebrales. Pero si hablamos de factores que aceleran el deterioro cognitivo y que pueden precipitar la aparición de una demencia en personas mayores, entre las que el Alzheimer es la más habitual, tenemos que señalar los siguientes:

  • La obesidad y la diabetes. Hay estudios que revelan que las personas con diabetes –a la que está estrechamente ligada la obesidad– pueden ser hasta dos veces más propensas a desarrollar Alzheimer o demencia vascular, que ocurre cuando hay lesiones en los vasos sanguíneos que privan al cerebro del oxígeno que necesita. El riesgo de demencia también parece ser mayor en las personas que presentan intolerancia a la glucosa (prediabetes).

  • La hipertensión arterial. La presión arterial elevada es otro de los factores de riesgo de demencia vascular, puesto que afecta seriamente a las arterias cerebrales.

  • El colesterol elevado. Es responsable del bloqueo y endurecimiento de los grandes vasos sanguíneos.

La memoria es posible gracias a una complejísima red compuesta por cien mil millones de neuronas, con unos cien mil billones de conexiones entre sí, y a la intervención de unas sustancias químicas denominadas neurotransmisores.

Hábitos que dan vida a tu memoria

Dormir a pierna suelta: Una media de ocho horas diarias de sueño interrumpido cada noche es fundamental para tener buena memoria durante el día. Dormir con interrupciones (lo que puede ser consecuencia de una apnea del sueño, entre otros trastornos) afecta la capacidad de procesar los recuerdos. Además, dormir mal acelera una serie de procesos que llevan a un envejecimiento cerebral más rápido.


Hacer más ejercicio: 
Una demostración de que mente y cuerpo están estrechamente conectados es que, cuando hacemos ejercicio físico, estimulamos el suministro de energía a todas las células del organismo, tanto las musculares como las del cerebro (neuronas). Al mismo tiempo, con la actividad física se oxigena todo el aparato circulatorio, incluidas las arterias cerebrales. Por tanto, el ejercicio reduce el cansancio mental, y ello favorece todas las capacidades cognitivas, en especial el buen funcionamiento de la memoria.


Practicar la dieta mediterránea: 
Los alimentos que tomamos cada día también pueden ayudarnos a tener la memoria en plena forma. La dieta debe ser variada y equilibrada, y en ella se deben incluir todos los grupos de alimentos y antioxidantes encargados de evitar el daño producido por los radicales libres.

Las vitaminas del grupo B son muy importantes para el normal funcionamiento del sistema nervioso, así como los ácidos grasos omega 3 y 6, porque actúan en los mecanismos de acción de los neurotransmisores.

También una dieta rica en luteolina (flavonoide), que se encuentra en las zanahorias, los pimientos, el ajo, el aceite de oliva, la menta, el romero y la manzanilla reduce los cambios relacionados con la edad y los déficits asociados a la memoria.


Escribir listados: 
Refresca tu memoria anotando los teléfonos que más utilizas y los nombres de las personas a quienes corresponden para que vengan rápidamente a tu mente cuando tengas que llamarles. Apunta todo lo que tengas que comprar y repásala durante unos minutos; no te hará falta llevar la lista al supermercado. Para que no se te pase nada, cómprate una agenda o un calendario que tenga espacio para escribir y toma nota de las tareas que tienes que realizar a lo largo del día y a qué hora.

Estos hábitos te ayudarán a recordar y relacionar nombres, datos, fechas y números con mayor fluidez.


Leer y resolver pasatiempos: 
Lee a diario todo lo que llegue a tus manos. La lectura estimula la memoria relacionada con el lenguaje, favorece la concentración así como la retención de datos, nombres, números...

Los pasatiempos, además de ser entretenidos, son también una estupenda “gimnasia mental” por este mismo motivo. Aficiónate (sin abusar) a los concursos de televisión en los que se juega con palabras, conceptos, imágenes… Intenta resolver tú también casa los retos a los que se someten los concursantes.

Atención: Síntomas de alerta

  • Tus familiares te dicen que repites constantemente frases, preguntas, o anécdotas en la misma conversación sin darte cuenta.

  • Hay momentos en que se te olvida cómo se hacen tareas diarias como peinarte o apagar la plancha.

  • Muchas veces no puedes recordar si te tomaste los medicamentos de la mañana o si saliste a comprar el pan.

  • Confundes el día de la semana en el que se estás.

  • Tienes dificultad para tomar decisiones sencillas o para manejar dinero.

  • Te pierdes en lugares conocidos.

  • A veces colocas por error objetos en lugares inusuales (el cepillo de dientes en el congelador, por ejemplo).

¿Qué hacer si te ocurre?

Ante todo, no sientas apuro ni vergüenza. El miedo a hablar de ello y negar lo que te está sucediendo no te va a ayudar. Lo mejor que puedes hacer es resolver tus dudas consultando a tu médico de familia. Te realizará un chequeo completo para determinar la causa de su pérdida de memoria. Si es necesario, te derivará a un neurólogo, quien te someterá a pruebas más exhaustivas y te pondrá el tratamiento que necesites.

 

 

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