El bazo: Pequeñito, pero ¡tu gran protector!

No, no es una errata. No nos hemos comido una “r”. Hablamos del bazo, un órgano que forma parte del aparato linfático, es decir, del sistema encargado de proporcionarte una sólida defensa frente a todos los agentes externos que te rodean.

¿Qué es? ¿Para qué te sirve?

Se encuentra en tu costado izquierdo, en la parte superior de tu estómago y debajo de las costillas. Es esponjoso, de color púrpura y tiene el tamaño aproximado de tu puño, bastante pequeño. Forma parte de tu sistema linfático, es decir de una red de carreteras (vasos linfáticos), encargado de la defensa de tu organismo, a través de diversas células y órganos.

Con un peso de tan solo 120 gramos, este pequeñín tiene una misión sumamente importante para ti:

  • Eliminar todo el material de desecho que contiene tu sangre. Por ejemplo, cuando las células de tu sangre se "hacen muy mayores" han de ser retiradas.

  • Defenderte de agresiones externas (bacterias, virus,etc.) 

Dos partes, dos trabajos

El bazo está constituido por dos partes y cada una trabaja de una forma distinta: la denominada "pulpa blanca" y la "pulpa roja". La blanca es la encargada de producir linfocitos (células sanguíneas que forman parte de los glóbulos blancos). Los glóbulos blancos participan de manera activa en la lucha contra infecciones.

Por su parte, la parte roja es la que contiene a los glóbulos blancos, es decir los encargados de “comerse” los elementos perjudiciales o que ya no le sirven a tu cuerpo (bacterias o células en mal estado).

Cuando no funcionan bien...

Esplenomegalia (bazo agrandado). Normalmente, este órgano, el bazo, es de pequeño tamaño. De hecho, si te presionas en el estómago no lo notarás. Pero, existe una afección que puede hacer que se inflame, por lo que su tamaño puede crecer de forma considerable. Por ejemplo, una infección por un virus puede lograr que tu bazo crezca de forma perjudicial para tu salud. Si tienes el bazo agrandado, el médico probablemente te indicará que evites los deportes de contacto durante un tiempo.

Existen una serie síntomas que pueden ponernos sobre la pista de que nuestro bazo no se encuentra bien:

  • Alteraciones digestivas.
  • Retención de líquidos.
  • Diarreas.
  • Hemorragias, menstruaciones abundantes.
  • Deseo exagerado por los dulces.
  • Defensas bajas.

Recuerda que la mejor prevención consiste en acudir a tu profesional sanitario. Él será el encargado de evaluar los posibles daños de tu bazo.

¿Cómo podemos cuidar este órgano defensivo?

  • Consumir verduras y frutas ácidas como la naranja.
  • Tomar alimentos ricos en proteínas saludables y ácidos grasos omega 3.
  • Beber agua.

 

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