Los cuentos narrados al amor de unas brasas en las que se asan las castañas ya no son una estampa habitual. Pero no por ello debemos renunciar a los beneficios de este alimento rico en carbohidratos complejos, que mantiene en equilibrio los niveles de azúcar y nos quita la sensación de hambre...


Si las consumimos con moderación y evitamos así comer alimentos grasos o ricos en azúcares, resultan un delicioso tentempié, compatible con dietas de adelgazamiento por su efecto saciante. También son el aporte ideal para deportistas, para niños y adolescentes o para cuando necesitemos acometer un esfuerzo importante.

A pesar de ser un fruto seco, la castaña tiene poca grasa y mucha agua. Y su alto contenido en fibras, ocho gramos por cada cien, la hace especialmente recomendable para regular el tránsito intestinal.

Cóctel de minerales

Contiene, además, vitamina B (que solo se aprovecha completamente cuando la castaña se toma cruda) y que sirve para que el organismo pueda obtener energía de las grasas, las proteínas y los carbohidratos ingeridos, así como para mantener nuestras defensas. Es muy rica también en hierro y potasio, un mineral con propiedades diuréticas que ayudan a evitar la retención de líquidos y a eliminar toxinas. Asimismo, el potasio interviene en la transformación de los hidratos en glucógeno y en la síntesis de proteínas, y contribuye a evitar la hipertensión.

También contiene otros minerales como el fósforo, que ayuda a mantener la función cerebral; el calcio, que ayuda a mantener los huesos fuertes; o el magnesio, que mejora la contracción y la relajación de la musculatura. Y vitaminas A y C que ayudan a mantener la piel sana y a evitar los resfriados.

Su inconveniente es que son algo difíciles de digerir. Para una buena digestión conviene masticarlas muy bien, no comerlas recién cogidas del árbol, retirarles la piel marrón que tienen bajo la corteza y tomarlas asadas o cocidas, mejor que crudas.

100 gr. de castañas aportan unas 200 calorías, casi un 50% de agua (porcentaje muy elevado para tratarse de un fruto seco) y 45% de hidratos.

Carbohidratos de calidad

  • Energía que no engorda. Casi el 50 por ciento de las castañas son hidratos de carbono, lo que las convierte en un alimento muy energético. Esto podría inducirnos a pensar que engordan mucho y que no deben incorporarse a la dieta de personas con obesidad y sobrepeso. Nada más lejos de la verdad: pese a ser frutos secos, tienen un contenido muy bajo en grasas y contienen, sin embargo, un elevado porcentaje de agua y fibra.

  • Fruto seco “Light”. Las nueces, por ejemplo, poseen el triple de calorías, solo un 4 % de agua, un 60 % de grasa y un contenido muy bajo de hidratos de carbono, menos del 14 %. Ello no quiere decir que las nueces sean malas, ya que sus aceites vegetales poliinsaturados las convierten en pura medicina natural, pero engordan más y hay que observar las cantidades que consumimos. Por eso, unas pocas castañas son un tentempié adecuado para saciar el hambre a media mañana o a media tarde.

  • Mejor que las grasas. Muchas dietas de adelgazamiento han demonizado los hidratos de carbono, pero estos constituyen la fuente de energía más importante para nuestro organismo. En su lugar, hemos ido incorporando a nuestra dieta grasas que engordan más del doble. Además, muchas de esas grasas son saturadas, responsables de la aparición de enfermedades cardiovasculares.

  • Alimento para el cerebro. Los carbohidratos son el alimento de nuestro cerebro después de que el organismo los haya transformado en glucosa. Su falta provoca nerviosismo, ansiedad, falta de atención… Las féculas, cereales, legumbres y alimentos como las castañas proporcionan carbohidratos complejos que liberan más lentamente la glucosa y aportan al organismo energía de forma más controlada que los simples (dulces y frutas). Por eso, son aptas, en cantidades adecuadas, para los diabéticos.

Son un delicioso tentempié saciante y compatible con las dietas de adelgazamiento.

 

 

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