Cortes de digestión: En el agua, no te la juegues

Los niños y las personas mayores son más propensos a padecer este tipo de síncopes, porque les cuesta más adaptarse a los cambios de temperatura. ¡No les pierdas de vista en el mar o en la piscina!


Para hacer la digestión, el estómago necesita gran cantidad de oxígeno, que obtiene de los vasos sanguíneos. Mientras trabaja, otras zonas del cuerpo, entre ellas el cerebro, reciben menos cantidad  de sangre, motivo por el cual nos entra sueño después de comer.

¿Qué sucede si nos sumergimos bruscamente en el agua mientras hacemos la digestión? Que obligamos al cerebro a reaccionar de inmediato y a que intente mantener constante la temperatura del cuerpo. Pero ante el cambio brusco de temperatura, tiene lugar una “vasoconstricción periférica” (los vasos a nivel periférico se cierran), el corazón no puede bombear la cantidad de sangre que el cerebro necesita y se produce un síncope o desmayo por falta de aporte de oxígeno al cerebro. Junto a este shock, puede haber también una alteración del ritmo cardiaco, todo lo cual puede derivar en pérdida de conocimiento.

¿Cuánto tiempo de reposo?

Se suele decir que la digestión dura una hora y media o dos, aunque en realidad depende del tipo y de la cantidad de alimentos que hayamos tomado.

Por ejemplo, si hemos almorzado un sándwich ligero, media hora de reposo sería suficiente. En cambio, si hemos tomado un primero, un segundo y un postre, es mejor que pasen al menos un par de horas para darle tiempo a nuestro estómago a digerirlo. 

Aunque hablemos de “corte de digestión” relacionándolo con las comidas, en realidad nuestro sistema digestivo está siempre en funcionamiento, y el repentino contraste entre el agua fría y el cuerpo caliente es peligroso en cualquier momento.

Ojo a tu temperatura corporal

En cuanto sumergimos la cabeza en el agua, nuestra frecuencia cardiaca disminuye bruscamente y se produce la contracción de los vasos sanguíneos más superficiales –los de la piel sobre todo– para que el cerebro tenga un aporte preferencial de sangre. Los adultos no notamos demasiado este denominado “reflejo de inmersión” –quizá tan solo un escalofrío que nos recorre todo el cuerpo– pero en los niños esta sensación suele ser bastante potente, ya que ellos, sobre todo si son pequeños, regulan la temperatura con más dificultad. De hecho, por desgracia se registran bastantes casos de muerte súbita en niños debido a un reflejo de inmersión extremo que provoca alteración el ritmo cardiaco o directamente una parada cardiaca.

El reflejo de inmersión se favorece por la diferencia de temperatura entre el agua y la de nuestro organismo. Cuanto más fría está el agua y más elevada la temperatura corporal, mayor es el reflejo de inmersión, puesto que otra de las finalidades del reflejo es conservar la temperatura interna del cuerpo.

Por eso es tan importante la recomendación de no zambullirse directamente en agua fría tras haber hecho ejercicio físico, algo que se suele dejar bastante de lado.

El hecho de que la hora de la comida coincida con uno de los momentos más calurosos del día influye en que se suela pensar que el síncope se deba a la comida, cuando lo que sucede es que, mientras estamos haciendo la digestión, la temperatura corporal es más elevada y esto hace que contraste de manera más pronunciada con la del agua, sobre todo si está muy fría, como la de los ríos, los lagos o incluso la de muchas playas y calas de nuestra geografía.

El escalofrío que sentimos al meternos en el agua es un reflejo que, si es extremo, puede ser muy peligroso. ¡Evítalo!

Consejos para evitar riesgos en el agua

  1. Haz una comida ligera si vas a pasar el día en la playa o en la piscina. Evita los alimentos ricos en grasas y los dulces, pues se digieren con mayor lentitud.
  2. Introdúcete lentamente en la piscina, en el río o en el mar, para dar tiempo a tu cuerpo a acostumbrarse a la temperatura del agua. Extrema esta precaución especialmente si el agua está muy fría.
  3. No te tires de cabeza al agua si estás seco, has estado tomando el sol tumbado o haciendo ejercicio, porque tu temperatura corporal será más alta de lo normal en todos estos casos, y el  contraste con la temperatura del agua será muy impactante para tu cuerpo. Lo mejor es tomar el sol y hacer deporte al aire libre con la cabeza cubierta por un gorro o sombrero, para evitar que el cerebro esté expuesto a un sobrecalentamiento excesivo.
  4. Asegúrate de beber dos litros de líquido al día, preferiblemente agua. Mantendrás tu cuerpo bien refrigerado y se regulará mejor ante las altas temperaturas. Pero restringe al máximo tu consumo de bebidas alcohólicas, puesto que el alcohol favorece la deshidratación. 

¡Bajo control!

Antes de meterte en el agua refréscate poco a poco el cuerpo:

  • Comienza por la nuca.
  • Continua por el interior de los brazos.
  • Termina con el abdomen.

Conseguirás que el cambio de temperatura no sea tan brusco.

Haz caso a estos síntomas

  • Mareo
  • Zumbido de oídos
  • Náuseas
  • Sensación de debilidad intensa y progresiva
  • Pérdida de consciencia (desmayo)

¿Qué hacer si a alguien le ocurre?

  1. Ayúdale a recostarse y a levantar un poco las piernas para que se restablezca su flujo sanguíneo.

  2. Intenta que beba abundante agua o zumo no muy fríos en pequeños tragos.

  3. Si no se recupera completamente en pocos minutos, llama al servicio de emergencias 112 o trasládala a un centro médico con servicio de urgencias.

 

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