Zooterapia. Animales: tu mejor medicina

Perros, gatos, caballos, delfines... Con todos estos animales se pueden tejer vínculos emocionales y diseñar terapias para mejorar los síntomas del autismo, el Alzheimer o algunos trastornos psicomotrices. Si quieres saber cómo te ayudan tus mascotas, sigue leyendo…

Físicas, psicológicas y sociales. Esas son las tres grandes ventajas de las que se benefician las personas que comparten su hogar con un animal doméstico. Si en el plano físico una mascota nos hace estar más activos, sobre todo si se trata de perros a los que hay que sacar a pasear hasta tres veces al día, en el psicológico el hecho de ocuparse de un animal a diario nos ayuda a ser más disciplinados, a demostrarnos que somos capaces de cuidar de un ser vivo y, por tanto, a ganar confianza en nuestras posibilidades y autoestima. Algo que está directamente vinculado con nuestra parte más social, ya que esa autoestima se traduce en una mayor facilidad para interactuar con otros individuos, especialmente si también tienen mascotas con los que ya, de entrada, hay afinidades. Además, en el caso de las personas que viven solas, ayuda a ampliar su círculo de contactos para no reducirlo solo al ámbito laboral o de la familia.

«Las mascotas nos ayudan a relacionarnos con gente nueva e incluso a crear grupos de amigos, a hacer ejercicio físico y a despertar emociones, como la de sentirte apoyado emocionalmente, y sensaciones a veces relegadas por el ritmo del día a día», sostiene Ana Julia Puentes García, socióloga de la Asociación Hydra Sociedad para la Asistencia y Terapia con Animales.

Terapia de caricias

Aunque este tipo de reacciones las generan especialmente los gatos y los perros, Puentes García asegura que también pueden observarse en personas que cuidan de otros animales como los conejos. «Para poder crear vínculos con los animales con los que vivimos es muy importante poder acariciarlos, y cuanto más suaves sean, mejor», matiza la socióloga. Sin embargo, también defiende que el canto de algunos pájaros, como puede ser el de los canarios, puede despertar en los seres humanos que los cuidan una sensación de estar acompañados y de mejorar la autoconfianza dada la responsabilidad que se ha de tener con ellos a la hora de alimentarlos y limpiar sus jaulas.

«Cualquier animal de compañía ayuda a nuestra base emocional por el simple hecho de establecernos ciertas rutinas que regulan nuestro comportamiento, y consigue que seamos menos egoístas, al aportarnos cariño y compañía», puntualiza Puentes García. Pero la lista de bondades no acaba ahí. Las mascotas, además de todo lo anterior, pueden ayudarnos a hacer terapias, tanto dentro de nuestras casas como fuera de ellas. Las residencias de ancianos, los colegios, las residencias de personas con discapacidad intelectual y los centros psiquiátricos son algunos de los lugares donde ya se ha empezado a trabajar con animales domésticos para tratar a pacientes que tienen limitaciones físicas o psicológicas o enfermedades como la demencia senil, el alzhéimer, la anorexia, la bulimia o el autismo, entre otras.

Terapias que, según la socióloga Puentes García, no han de hacerse diariamente, pero al menos sí un par de veces al mes para crear ciertas expectativas en los pacientes sin saturarles ni forzarles. Eso sí, independientemente de la frecuencia con la que se practiquen terapias asistidas con animales, estas han de ir acompañadas de otras terapias y, cuando las patologías así lo impongan, con fármacos siempre recetados por facultativos médicos. De todos modos, Puentes García explica que los resultados de las terapias asistidas con animales, aunque son buenos, «no son milagrosos». Como ocurre con otros tipos de terapias alternativas, en España aún estamos a la zaga de otros países. De toda la geografía nacional, Cataluña es la región mejor está posicionada en este sentido, junto al País Vasco y, aunque lejos, también Madrid.

Independientemente del análisis por comunidades autónomas, Puentes García sostiene que en España, en general, aún queda mucho trabajo por hacer en este ámbito, sobre todo si nos comparamos con lo avanzadas que están estas terapias en países como el Reino Unido o Estados Unidos. ¿La razón de esta diferencia? La falta de apoyo institucional que este tipo de tratamientos tiene en nuestro país.

EL HECHO DE OCUPARSE DE UN ANIMAL A DIARIO NOS AYUDA A SER MÁS DISCIPLINADOS Y A GANAR AUTOESTIMA

Hipoterapia

Así se llama la terapia con caballos. Para ella no hay una raza de caballo más específica que otra: es más importante la personalidad del animal y su edad: ni muy joven ni demasiado mayor.

Zooterapia en España, un largo camino 

La eficacia de las terapias asistidas con animales no parece ser suficiente para que las organizaciones que se dedican a estas prácticas reciban más apoyo, con campañas que las promocionen o con recursos  económicos que las ayuden como subvenciones, por parte de las comunidades autónomas en las que operan o del Gobierno central. Máxime cuando este tipo de terapias no se pueden llevar a cabo en los centros privados. Eso sí, no todos los centros sanitarios permiten la entrada de animales en sus instalaciones. En el caso de hospitales, el acceso a perros está prohibido en España –a diferencia de Estados Unidos, por ejemplo, donde su entrada sí está permitida–, mientras que el de los gatos está bastante relegado a las plantas infantiles y en momentos puntuales.

MASCOTAS CONVERTIDAS EN TERAPEUTAS

En las terapias con animales, los perros son una pieza clave, al poder ser acariciados por cualquier individuo sea cual sea su dolencia o patología. Pueden ayudar a ancianos con algún grado de demencia a rememorar sentimientos y sensaciones antiguas. "No hacemos milagros pero sí conseguimos sonrisas y que nuestros pacientes sostengan la mirada", matiza la socióloga Ana Julia Puentes García.

Lo mismo sucede con las personas con discapacidad intelectual: cuando ven, acarician y juegan con un animal hacen ejercicio y consiguen aparcar sus estereotipias –los movimientos repetitivos propios de estos pacientes–. Estas terapias pueden ayudar a personas que sufren anorexia o bulimia. "Los animales consiguen que no hablen de comida ni de peso ni de tallas", dice la especialista.

La mayoría de estas terapias se hacen con perros y gatos, pero también se utilizan caballos y delfines. La hipoterapia (con equinos) mejora el equilibrio y la movilidad de personas con problemas psicomotrices; mientras, los delfines actúan sobre los problemas psíquicos al ser muy cariñosos y trabajar en el agua.

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