Tres de cada diez españoles padecen obesidad abdominal, o lo que es lo mismo, una acumulación de grasa localizada en el abdomen –“tripa” o “barriga”–.


Este tipo de obesidad repercute de forma muy negativa en el correcto funcionamiento del sistema vascular –lo que repercute directamente en la salud del corazón y del cerebro–, y produce alteraciones muy importantes en el metabolismo.

Es un problema que, por cierto, no es exclusivo de las personas con sobrepeso, sino que también se da con mucha frecuencia en personas de constitución delgada. Sin embargo, la mayoría de las personas que tienen una tripa demasiado abultada desconoce los riesgos que ello supone para su salud.

Ponte alerta

  • Si eres MUJER, la obesidad abdominal empieza a ser un riesgo para tu salud si el perímetro de tu cintura es superior a 88 cm y tienes más de 60 años de edad.
  • En el caso del HOMBRE, el riesgo comienza cuando la tripa alcanza los 102 cm o más y ha cumplido los 50 años.
  • Si FUMAS, seas hombre o mujer, se multiplica el riesgo de padecer un problema cardiovascular o cerebrovascular.

Aprende a medir tu cintura

Usa una cinta métrica de las que se utilizan en costura. Ponte de pie y, después de haber expulsado el aire, rodea el abdomen con la cinta a la altura del ombligo.

Recuerda que, independientemente del resultado que obtengas de esta medición, es necesario que sea tu médico quien diagnostique tu problema.

¿Conoces los inconvenientes?

  • Una persona con mucha tripa es una diana perfecta para las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares. Esto se debe que la grasa abdominal es origen de las alteraciones metabólicas más importantes, como elevación de la glucosa, incremento de los triglicéridos, hipertensión arterial y disminución del colesterol HDL (colesterol “bueno”).
  • Si padeces tres o más de estas alteraciones, es muy probable que tengas el denominado síndrome metabólico, que conlleva un elevado riesgo de sufrir hipertensión arterial, un infarto de miocardio, una angina de pecho o un ictus.
  • Al mismo tiempo, la grasa acumulada en el abdomen produce unas sustancias (leptina, adiponeptina, resistina, etc.) que contribuyen al desarrollo del síndrome de resistencia a la insulina, una disminución de la capacidad de la insulina para introducir la glucosa dentro de las células.
  • Lo anterior puede llevar aparejado la aparición de diabetes, enfermedad que, a su vez, contribuye a incrementar aún más el riesgo cardiovascular.
  • Las mencionadas sustancias producidas por la grasa abdominal tambiénpueden producir inflamación y endurecimiento de las paredes de las arterias (arteriosclerosis).

Otros trastornos

Como es sabido, la obesidad –y aún más si el mayor volumen de grasa se concentra en la tripa– conlleva otros muchos problemas de salud: apnea del sueño, problemas de espalda (lumbago, ciática), dolores articulares en rodillas y pies o trastornos en el hígado, entre otros, por lo que es fundamental prevenirla y tratarla.

Grasa acumulada: Un gen es el culpable

Gracias a estudios recientes, sabemos ahora que la tendencia a acumular grasa en el abdomen tiene su origen en un gen que poseían nuestros antepasados prehistóricos.

En aquella época, cuando había alimento, había que conservar las grasas en el cuerpo para utilizarlas cuando no hubiera nada que comer. Esto lo conseguía el organismo gracias a un supresor de la insulina, una sustancia encargada de transformar los azúcares que se obtienen de la comida en energía. Con el paso de los siglos, algunas personas han seguido manteniendo este gen, con la peculiaridad de que hoy en día comemos a diario, y en muchos casos incluso en exceso, por lo que esa grasa se va acumulando hasta queda lugar a la temida tripa.

Cómo bajar la tripa ¡Puedes conseguirlo!

DIETA EQUILIBRADA: Comer de forma sana y en cantidades moderadas es fundamental para reducir la tripa y perder peso en general. Lo ideal es seguir siempre la dieta mediterránea (rica en frutas, verduras, cereales y derivados, lácteos, aceite de oliva, frutos secos, pescados y legumbres). Al ser equilibrada en nutrientes, ese tipo de dieta te ayudará también a controlar el síndrome metabólico, la hipertensión y la diabetes. Ante todo, evita recurrir a “dietas milagro”.

MÁS EJERCICIO FÍSICO: Como regla general, es muy recomendable caminar, como mínimo, tres kilómetros al día o realizar cualquier actividad física (la que más te guste) durante, al menos 30 minutos al día. También puedes seguir una tabla de ejercicios que se adapte a tus necesidades.

No fuerces tu capacidad de resistencia al máximo, pues podrías poner en riesgo tu corazón. Lo mejor es empezar a hacer ejercicio a un ritmo suave, e ir incrementando la intensidad a medida que vayas notando mejoría.

Para prevenir enfermedades, cambiar de hábitos es fundamental

 

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