Asma infantil: Claves para estar tranquilos

Si han diagnosticado esta enfermedad inflamatoria de los bronquios a nuestro hijo, debemos tener las ideas claras. La mejor forma de perder el miedo al asma es conocerlo.

El asma es una enfermedad que afecta las vías respiratorias, ocasionando un estrechamiento de las mismas. Este estrechamiento se produce porque los músculos de alrededor de las paredes de los bronquios se tensan, el revestimiento de las vías respiratorias se inflama y aumenta la secreción de moco. Todo esto complica el paso de aire y provoca dificultad respiratoria (fatiga), sibilancias (pitos) y tos. El asma es, por tanto, una enfermedad inflamatoria, y su tratamiento, a largo plazo, está orientado a disminuir esa inflamación.

Se calcula que, antes de los seis años de edad, aproximadamente cinco de cada diez niños presentan algún episodio de pitos al respirar (sibilancias). Eso no quiere decir que todos ellos vaya a ser asmáticos.

Ataques de asma: ¿A qué se deben?

Se produce un ataque de asma cuando los síntomas (tos, pitos y fatiga) aparecen de forma rápida y se genera una opresión torácica, debida a la obstrucción de las vías respiratorias. Estos ataques suelen ocurrir por contacto con algún desencadenante, pero no siempre es posible saber cuándo se producirán.

Conoce las causas

La causa del asma es, con frecuencia, desconocida. Es una enfermedad que afecta a cada niño de forma diferente. Por un lado, puede tener un componente hereditario, pero también puede estar relacionada con otros condicionantes, como por ejemplo el eccema, la fiebre del heno y las alergias. No es una enfermedad contagiosa en ningún caso.

La inflamación en los bronquios de los niños asmáticos aumenta la sensibilidad y su respuesta a distintos factores. Estos factores son los que se conocen como desencadenantes del asma y no ocasionan problemas en niños cuyos bronquios no están inflamados. Para los padres es de gran ayuda conocer todo lo que puede dar lugar a crisis de asma en su hijo, y así saber qué medidas hay que tomar para evitarlas.

Los desencadenantes más comunes suelen ser:

  • Las infecciones por virus que producen trastornos respiratorios.
  • El humo del tabaco.
  • Los ácaros del polvo.
  • La piel y el pelo de los animales (también de los domésticos).
  • El moho.
  • La alergia a distintos tipos de polen.
  • El ejercicio físico intenso.
  • Algunos medicamentos.
  • La contaminación ambiental y el mal tiempo (las temperaturas frías y las tormentas, por ejemplo).
  • La humedad alta.
  • Algunos alimentos y aditivos alimentarios.
  • En ocasiones, emociones intensas (un llanto con hiperventilación puede conducir a un ataque de asma).

Directo a los pulmones

Para el tratamiento del asma se utilizan dos tipos de medicamentos. Unos son los “de rescate”, cuya finalidad es aliviar el ataque de asma, pero no evitan que vuelva a ocurrir. Otros, los preventivos, tienen la función de intentar mantener al pequeño libre de síntomas.

La mayoría de los fármacos para el asma se administran de forma inhalada, ya que de esta manera resultan más efectivos y ocasionan menos efectos secundarios, al ir directamente a los pulmones.

Los inhaladores pueden presentarse en forma de spray (aerosol) o en una especie de polvo seco. En los niños menores de seis años es necesario utilizar una cámara espaciadora (un accesorio que se une al inhalador) para una más fácil y correcta administración de la medicación. En pequeños por debajo de tres años, lo normal es aplicar el inhalador además con ayuda de una mascarilla facial.

En primavera aparecen los primeros síntomas de asma en niños alérgicos. Ante cualquier sospecha, llévadle a un alergólogo

¡Evita errores!

Es común cometer ciertos errores o dejarse llevar por falsas creencias que no benefician para nada a nuestro hijo:

  • “Mi hijo tose y tiene pitos a menudo, pero mejora si utiliza de vez en cuando el inhalador”. Esta es una mala práctica, ya que el tratamiento debe ser continuado, no ocasional.

  • “Preferiero que mi hijo no haga deporte, porque se fatiga”. Los niños deben hacer deporte porque les ayuda en su desarrollo. Además, a los asmáticos la practica de ejercicio adecuado les ayuda a mejorar su condición física y su tolerancia al ejercicio.

  • “Los corticoides son perjudiciales, no se los quiero dar a mi hijo”. Estos fármacos son esenciales para el tratamiento del asma persistente. Si el pediatra los receta, no debemos desconfiar.

Guía para padres

  1. Descubre qué factores pueden desencadenar el ataque de asma del niño, para intentar evitarlos.

  2. Mantente al tanto de la medicación de rescate y de cuándo utilizarla. La medicación preventiva, aplícala a diario durante el tiempo que se le haya prescrito al niño. Es probable que tu hijo deba tomar medicación durante cierto tiempo, aunque se encuentre bien, para evitar las recaídas.

  3. Ante cualquier duda sobre los medicamentos o procedimientos, consulta lo antes posible al pediatra. No te quedes con dudas.

  4. Pide al médico que te facilite por escrito el plan de actuación en caso de ataque agudo. Tenlo siempre a mano.

  5. Enseña al niño lo que es respirar sin ninguna dificultad, para que sepa detectar cuándo tiene síntomas.

  6. Enseña a tu hijo a tomar bien la medicación. Familiarízale con el manejo del inhalador. Si tiene capacidad suficiente, enséñale a usarlo por sí mismo.

  7. En la escuela, solicita que le adapten las clases de educación física, sin limitar sus capacidades. Pide que supervisen su estado general siempre que haga deporte.

  8. Guarda siempre la calma ante un ataque de asma en el niño. El nerviosismo de los padres puede poner nervioso también al niño y agravar aún más la crisis.

Las crisis de asma se superan en minutos si sabemos actuar bien

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