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¡Al rico helado! Un alimento muy nutritivo

Helados y sorbetes de todos los sabores y colores son una delicia irresistible cuando el calor hace de las suyas. ¡No te prives de ellos! Eso sí, con mesura...


Podemos permitirnos el darnos el pequeño capricho de comer un helado de vez en cuando, y no sólo en verano –cuando más apetece–, sino durante los doce meses del año, porque, consumido con moderación, es un alimento realmente sano por la gran cantidad de nutrientes que aporta.

Es cierto que, por lo general, los helados contienen una considerable cantidad de grasas y azúcares, si bien la industria alimentaria los va haciendo cada vez más saludables, sustituyendo la grasa animal por la de origen vegetal, la leche entera por la desnatada, y algunos contienen menos azúcar o incluso se endulzan con edulcorantes. También en la actualidad los helados tienden a tener menos conservantes, colorantes y sustancias químicas.

Alimento completo

Sin dejar que desplacen a la fruta como postre ni que sustituyan a otros alimentos básicos de la dieta, los helados pueden formar parte de una alimentación equilibrada. Son productos que aportan a nuestros hijos energía y nutrientes, especialmente una buena cantidad de calcio, proteínas de buena calidad (de origen lácteo), grasas, azúcares, y vitaminas. Su valor nutricional reside principalmente en el calcio que aportan, beneficioso sobre todo para las mujeres embarazadas, para las que están en periodo de lactancia o en la menopausia y para los niños. Se calcula que unos 100 gramos de helado de base láctea aportan del 10 al 20% de la cantidad diaria recomendada de calcio.

Podemos incluir el helado en la dieta de los niños aproximadamente a partir del año de edad en las comidas o en las meriendas, y mejor si es acompañado de fruta o cereales. Lo que es menos conveniente es que tomen helados como “chuchería” entre comidas, porque puede quitarles el apetito.

¿Cómo se elaboran?

Los ingredientes habituales de los helados (leche, huevos, azúcar y aromas naturales) se mezclan y se pasteurizan para eliminar posibles microorganismos nocivos. A continuación, se eliminan los grumos de grasa para que la textura quede uniforme. Después la mezcla líquida se enfría. Tras este proceso, se bate para que le entre aire y la mezcla quede con una consistencia más suave. Por último, se le añaden frutos secos (nueces, almendras, avellanas…) o frutas (en jugo o en trozos).

Tómalos en batidos caseros

Los batidos de helado son otra alternativa sana y natural para refrescarnos en verano. Los podemos hacer nosotros mismo en casa combinando nuestras frutas favoritas con helados de diferentes sabores. Para darles una textura más líquida, se puede añadir leche (mejor si es desnatada) o yogur previamente batido. Al ser naturales, nos aseguramos de que estos batidos no contienen un exceso de grasas ni de azúcar.

¿De leche o de hielo?

  • Helados de base láctea: Son los de crema o leche. Se les suele añadir grasas de origen animal o vegetal, azúcar y huevo.

  • Helados de base acuosa: Sorbetes y polos de hielo. Se les añade jugos o aromas de frutas, por lo que son más ácidos que dulces. Pueden contener una cantidad significativa de azúcar, además de jugo de frutas.

En ocasiones "especiales"

Además de por puro placer, los helados también están recomendados en ciertas circunstancias especiales:

  • Para aliviar inflamaciones en la boca o la garganta: Se aconsejan tras una operación de amígdalas, ya que el frío previene las hemorragias, ayuda a cicatrizar y reduce la inflamación.

  • Para abrir el apetito: Debido a su gran aporte energético y nutricional, son un buen suplemento alimenticio, y pueden venir muy bien a los niños inapetentes o a aquellas personas con delgadez extrema.

Para todos los paladares y también para diabéticos

¿Quién dijo que los helados están absolutamente prohibidos para las personas con diabetes? En la mayoría de las heladerías e incluso en muchos supermercados encontramos ya una variedad bastante amplia de helados especiales para que los diabéticos también disfruten de lo lindo de este delicioso postre. Son variedades en las que el azúcar se ha sustituido por edulcorantes.

Los diabéticos que tienen que controlar rigurosamente su dieta –midiendo especialmente los carbohidratos– pueden tomarlos como parte de su dieta siempre que no abusen de ellos para que no saltarse ese necesario control. También es posible ya encontrar en muchos establecimientos helados especiales para personas con intolerancia a la lactosa o sin gluten, para los para celiacos.

Los falsos mitos de los helados

  1. No alimentan o alimentan poco. aportan contenidos importantes de energía y nutrientes, especialmente proteínas de alto valor biológico, grasas, azúcares, calcio y vitamina B2.

  2. Engordan. Siempre debe tenerse en cuenta la ingesta total de energía en la dieta ya que, en mayor o menor medida, todos los alimentos aportan energía, que podemos acumular en nuestro cuerpo en forma de grasa. Algunos helados son muy ricos en grasas y azúcares, pero si se integran en una dieta variada, equilibrada, rica en alimentos vegetales y su frecuencia de consumo es ocasional y en raciones no muy abundantes, no tienen por qué suponer un problema para nuestro peso.

  3. Contienen mucho colesterol. El contenido en colesterol de los helados de base láctea es moderado: menor en los que contiene leche desnatada y nulo en los de base acuosa como los sorbetes. No obstante, el consumo excesivo de algunos helados de base láctea pueden aportar grasas saturadas que se relacionan con el aumento de colesterol en la sangre.

  4. Al estar tan fríos, dificultan la digestión. Al saborearlo en la boca y en su camino al estómago se calienta a unos 20-30 ºc, por lo que al llegar al estómago sólo está a unos pocos grados por debajo de la temperatura corporal.

Tienen alto valor energético. 100 gramos de helado de base láctea aportan unas 200 kilocalorías. Los sorbetes proporcionan entre 68 y 138 kilocalorías por cada 100 gramos.

 

 

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