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Aditivos alimentarios. Los peligros de la familia E

Decenas de estudios alertan de que su consumo puede provocar tumores, cardiopatías, diabetes y hasta asma. Pero los aditivos alimentarios tienen otro efecto peligroso: alteran el sistema endocrino y te hacen engordar.

Más de 1.900 millones DE adultos y 42 millones de niños menores de cinco años sufren sobrepeso en todo el mundo; y más de 600 millones son directamente obesos.

Estas dos enfermedades, obesidad y sobrepeso, causan la muerte a 2,8 millones de personas cada año. Y se están convirtiendo en una pandemia por nuestra vida sedentaria y por la ingesta de productos hipercalóricos, ricos en grasas, sal y azúcares, que se incorporan, en muchos casos, a los alimentos procesados a través de los llamados aditivos. También conocidos como disruptores endocrinos, estos aditivos son antioxidantes, colorantes, conservantes, edulcorantes, acidulantes… Sustancias que se añaden a los alimentos para mejorar su aspecto, su textura o su durabilidad.

Es cierto que todos los aditivos que se utilizan en la Unión Europea deben haber sido evaluados y autorizados, pero cada vez hay más voces que se están alzando contra ellos por sus efectos adversos sobre nuestro organismo. Aunque no es el más importante, uno de estos efectos no deseados es que engordan, una razón de peso para tratar de eliminarlos o, al menos, reducir su consumo.

También hay que tener en cuenta que los aditivos provocan que el cuerpo libere dopamina, lo que nos causa una sensación placentera que nos invita a comer más; por eso los alimentos procesados son tan adictivos. Y por eso es vital conocer los más utilizados y evitar que se cuelen en nuestra cesta de la compra.

JARABE DE MAÍZ DE ALTA FRUCTOSA

Suena bien, ¿verdad? Muy natural: maíz, fructosa en lugar de azúcar… Pues no. En realidad, se trata de un edulcorante barato y artificial que endulza más que el azúcar y al que muchos nutricionistas consideran causante de obesidad, hipertensión y diabetes tipo II. Está presente en gaseosas, dulces, condimentos, cereales, panes… En EE.UU. suponen un grave problema de salud, ya que cada norteamericano consume una media de 50 kilos al año a
través de refrescos y zumos.

GLUTAMATOS (E620-E625)

Estos potenciadores del sabor se utilizan como sustitutos de la sal y son muy adictivos. Y algunos estudios en ratones y en humanos han probado su relación con la obesidad. Aunque solemos asociarlos a la cocina china, también están presentes en la comida rápida y los productos industriales (aperitivos, sopas en polvo, pastillas de caldo…). De acuerdo con un estudio de la Clínica Mayo de EE.UU., su consumo causa efectos secundarios como mareo, náuseas, sudación, debilitamiento, taquicardia o dolor de pecho.

GRASAS "TRANS" (E 570)

Se utilizan para mejorar y alargar la vida útil de los alimentos y están presentes en fritos industriales, galletas, productos de panadería, alimentos procesados con margarinas o aceites vegetales parcialmente hidrogenados.
Numerosos estudios demuestran que los ácidos grasos "trans" aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, tumores y diabetes tipo II. En las etiquetas aparecen bajo nombres como grasa parcialmente hidrogenada o grasa hidrogenada, aceite de palma y aceite de coco.

EDULCORANTES ARTIFICIALES

Acesulfamo K, aspartamo, ciclamato, sacarina, sucralosa, neotamo… Conviene evitar estos endulzantes químicos, que suelen vender bajo las etiquetas sin azúcar, light, cero, zero o bajo en calorías, porque algunos pueden provocar el efecto contrario: hay investigadores que creen que el sabor dulce puede confundir al cuerpo y prepararlo para una gran ingesta de calorías. Sobre muchos de ellos, además, se extienden las dudas sobre su idoneidad para la salud. Estos aditivos están presentes en zumos, yogures, lácteos, productos dietéticos…

SULFITOS (E220-E225)

Estos conservantes sintéticos se obtienen de la combustión de minerales con azufre y se utilizan para prevenir enzimas y bacterias, para evitar la pérdida de color en carnes rojas, frutos secos y vegetales, y para facilitar el amasado del pan. Están presentes en vinos, cervezas, vinagres, salsas, refrescos, productos que contienen huevo... Pueden causar reacciones adversas en asmáticos y producen un déficit de vitamina B1, que protege nuestra vista, permite metabolizar los hidratos de carbono y que nuestro cerebro absorba la glucosa que necesita.

BENZOATOS (E210-E219)

Estos conservantes sintéticos se obtienen del benceno y se usan para prevenir la aparición de levaduras y bacterias en mayonesas, refrescos, margarinas, mermeladas, cervezas sin alcohol, licores… Pueden causar problemas toxicológicos y alergias, asma y urticaria si se toman combinados con algunos colorantes. Cuando el benzoato de sodio se combina con vitamina C, forma benceno, que es un carcinógeno.

NITRITOS Y NITRATOS (E249-E252)

Usados en salchichas, embutidos, panceta, jamón y otros productos cárnicos, pueden reaccionar con el cloruro de sodio (sal común) y transformarse en nitrosaminas, sustancias potencialmente cancerígenas y destructoras de glóbulos rojos, que se forman en el estómago a partir de nitritos y proteínas. Los nitratos no son tóxicos; el peligro está en que se conviertan en nitritos por reacciones en nuestro propio cuerpo o con los envases de los alimentos.

LOS ADITIVOS, AL PROVOCAR LA LIBERACIÓN DE DOPAMINA, PRODUCEN UNA SENSACIÓN DE PLACER. POR ESO CREAN ADICCIÓN

LEE LAS ETIQUETAS

Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) recomienda escoger alimentos frescos y de temporada para nuestra alimentación, pero si esto no es posible, debemos leer siempre las etiquetas y elegir alimentos procesados que utilicen el menor número posible de aditivos y los especifiquen claramente. Si tenemos dudas, debemos tratar de conocer los posibles efectos de esos aditivos. Puedes hacerlo en la siguiente web:
www.aditivosalimentarios.com

 

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