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La receta de la felicidad ¡Bocado a bocado!

Todas las dietas te prometen adelgazar de forma rápida y milagrosa, pero ¿alguna se compromete a hacerte feliz? Conoce la dieta de la felicidad y de la salud.


Los alimentos tienen una gran repercusión en nuestro estado de ánimo. Tanto es así que una de las frases más reconocidas en el mundo de la nutrición es ya clásica: “Somos lo que comemos”. Es cierto, lo que comemos no solo afecta al aspecto físico, sino también a nuestra psique. Sin embargo, la mayoría de las dietas que leemos habitualmente tan solo se ocupan de mejorar la figura, dejando a un lado el aspecto emocional. Cuando comemos algo que nos gusta, nos sentimos de buen humor. No es una felicidad subjetiva, es real. Al degustar alimentos que nos agradan por su olor, color y textura, entre otros factores, el organismo libera unas hormonas (endorfinas) que mejoran el humor, por lo que las conocemos como las “hormonas de la felicidad”. Sin embargo, si en la mesa no hay nada que nos guste, generamos sentimientos negativos.

Por otro lado, existen alimentos que, por sus nutrientes naturales, tienden a estimular esas hormonas de la Felicidad. ¿Quieres disfrutar de dosis naturales de felicidad? No lo dudes: apuesta por estos alimentos.

  • FRUTAS: En toda su variedad, son imprescindibles para tener una alimentación sana y equilibrada. Pero, además, actúan como potenciadoras de la salud emocional gracias a las importantes cantidades ácido fólico que contienen algunas de ellas, como el pomelo. En esta fruta, su alto contenido en ácido fólico permite que el cerebro esté permanentemente bien cargado de oxígeno y fomenta la producción del neurotransmisor serotonina. La naranja, aparte de la cantidad de vitamina C que presenta, contiene inositol, una sustancia que regula los niveles de serotonina y de insulina, con lo cual alivia la depresión y reduce los cambios de humor, además de ayudar a liberar grasas y reducir el colesterol.

  • CEREALES INTEGRALES: Por ejemplo, el trigo integral, que contiene trimetilglicina, ayuda a la producción de varios compuestos cerebrales que mejoran el estado ánimo, la energía, el bienestar, la capacidad de alerta y de atención y la claridad visual.

  • SEMILLAS DE SÉSAMO: Son un poderoso antidepresivo.

  • PESCADOS: Es uno de los productos estrella para mejorar el estado de ánimo y bloquear los sentimientos de estrés y ansiedad. En general, todo el pescado aporta nutrientes esenciales para una buena actitud. El bacalao, proporciona taurina, un aminoácido que ayuda a generar y regular los impulsos nerviosos responsables de nuestro estado de ánimo, pensamiento y acciones. El bacalao contiene 180 miligramos de taurina por cada 100 gramos. La producción de serotonina requiere vitaminas B6, y su carencia afecta al estado de ánimo. Un estudio demostró que la quinta parte de las personas con depresión tienen déficit de vitamina B6. El atún proporciona el 59% de la dosis necesaria.

  • MEJILLONES: Son bajos en grasas y en calorías, pero contienen nutrientes fundamentales: yodo, selenio y zinc, esenciales para el correcto funcionamiento de la glándula tiroides, que ayuda a regular el estado de ánimo y el peso. Y vitamina B12, que refuerza e hidrata las células del cerebro, manteniéndolo listo y alerta durante todo el día, con la receptividad necesaria para ser positivo.

  • AZAFRÁN: Muy utilizado en la medicina tradicional oriental para, precisamente, levantar el ánimo. Esta apreciada especia tiene efectos antidepresivos comparables a medicamentos tan potentes como el Prozac, por lo que ayuda a la sensación de bienestar, gracias que estimula la producción de serotonina.

La psicología de la alimentación es un mundo muy amplio. La felicidad en la comida no solo depende de lo que comes, sino de cómo y con quién lo comes. Un ejemplo sencillo: imagina que te llevas tu plato favorito para comer en el trabajo, pero mientras te toca revisar asuntos pendientes. ¡Lo más seguro es que se te pase el apetito!

No olvides que... Lo que nos hace sentir bien es consumir el tipo de alimento apropiado en el momento apropiado y con la compañía apropiada.

Cuidado con... Los alimentos altamente procesados, con elevadas cantidades de azúcar y toxinas, puesto que, al favorecer el sobrepeso y la obesidad, están muy relacionados con la ansiedad y la depresión. Para lograr un estado de ánimo más positivo prueba a elaborar recetas sencillas con alimentos frescos de todo tipo (verduras, pescados, carnes, pastas, frutas...). comiendo sano es más fácil lograr una mayor satisfacción personal.

Los antojos ¿Dan la felicidad?

Es muy frecuente sentir un fuerte deseo de comer algo muy concreto, muy dulce o muy salado, que es realmente apetitoso para ti. Hay una tendencia a pensar que esos antojos son resultado de una necesidad física de nuestro cuerpo y, a veces, hasta se asocia a falta de minerales y otros nutrientes. Pero es necesario distinguir entre hambre y ansiedad por comer.

Tu cuerpo necesita combustible

Cuando se queda sin energía y tu estómago está totalmente vacío, rápidamente tu cerebro recibe esa información de “necesidad” y crea una auténtica montaña de sensaciones físicas. La necesidad te empuja querer comer cualquier alimento y no algo determinado ante la urgencia de tu organismo por la falta de combustible. Lo que sentimos es “hambre” o “apetito”.

Cuando es más que necesidad física

En cambio, a veces nos apetecen solo determinados alimentos, y este “apetito” no siempre está relacionado con una falta de energía. Hablamos de “antojos”. El origen de estos antojos puede estar en un factor psicológico: el estrés y la infelicidad nos reclaman recompensas o premios comestibles.

El cerebro libera dopamina ante el placer que nos produce disfrutar de estos premios, como sucede con algunos opiáceos. Estos placeres pueden ser tan dispares como el chocolate o las berenjenas en vinagre picantes. Ya se sabe que sobre gustos y placeres no hay nada escrito.

Es fácil notar que cuando estamos tristes, tendemos a comer aquello que más placer nos produce, nunca lo que más nos beneficia. En momentos depresivos o simplemente nostálgicos, nos apetecen aquellos alimentos que nos recuerdan épocas felices de la infancia. Si nuestros padres nos recompensaban con un dulce como premio, o te hacían sentir especial al comprarte ciertas golosinas, reproducirás las mismas pautas para recuperar aquellas sensaciones placenteras y protectoras.

 

 

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