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Todos en guardia frente al cáncer de piel

Uno de cada cinco españoles tendrá que enfrentarse al cáncer de piel a lo largo de su vida. En España aparecen cada año cuatro mil nuevos casos. Tomar medidas responsables es la mejor forma de prevención...

Un poco de sol es beneficiosos para la salud, puesto que estimula la síntesis de vitamina D (que previene la osteoporosis, el raquitismo y favorece al sistema inmunitario), produce vasodilatación, por lo que reduce la tensión arterial (a ello debemos el efecto placentero de estar al sol) y favorece la circulación sanguínea periférica. También ayuda a la piel a restablecerse de enfermedades como la psoriasis, el acné o el vitíligo, pero también puede ser muy peligroso si abusamos de él.

Quemarse al sol alguna vez no supone ningún problema, pero la quemadura solar repetida, además de contribuir al envejecimiento prematuro, es uno de los factores más importantes en el desarrollo del cáncer de piel. De ahí la importancia de evitar las quemaduras solares desde pequeños, especialmente hasta los 18 años, y de manera extraordinaria hasta los dos años de edad.


Lesiones premalignas y malignas

Tras una exposición excesiva al sol durante años y sin las precauciones necesarias, los rayos ultravioleta UVB y UVA son absorbidos por el ADN de las células y se transforman en radicales libres que alteran el material genético y saturan los sistemas defensivos de la piel.

Aunque cada día que pasamos expuestos al sol en la playa o en el campo “fabricamos” un posible cáncer de piel debido a la aparición de mutaciones en las células epidérmicas inducidas por las radiaciones ultravioleta, nuestro organismo tiene un sistema de corrección, que es la proteína P53. Esta proteína tiene una función defensiva o inmunológica sobre las alteraciones que produce la exposición a las radiaciones ultravioleta del sol o de las cabinas de rayos UVA. Pero llega un momento en el que no puede corregir un daño excesivo y repetido, apareciendo lesiones premalignas y malignas como los carcinomas y melanomas. Estas lesiones se manifiestan en forma de manchas, lunares (nevus displásicos), queratosis (lesiones escamosas de color rojo o marrón que se desprenden fácilmente y reaparecen en el mismo sitio) con aspecto variable, que es necesario tener controlados y someter a valoración del dermatólogo para determinar su naturaleza.

En caso de tratarse de cáncer, si este tipo de tumores se detectan a tiempo, son los que tienen la cifra de curación más alta, próxima al 100%, gracias a diferentes tratamientos, pero si el diagnóstico es tardío, la curación apenas llega al 1%.


Características sospechosas

Debemos prestar atención y consultar al dermatólogo especialmente en caso de que tengamos manchas y/o lunares que:

  • Han cambiado de tamaño, forma o color
  • Son diferentes del resto
  • Son asimétricos
  • Tienen tacto áspero
  • Tienen varios colores
  • Miden más de 5 mm
  • Pican
  • Sangran
  • Tienen una superficie brillante
  • Parecen una herida, pero no llegan a cicatrizar


¿Dónde fijarse?

Todos debemos tener el hábito de revisarnos la piel de todo el cuerpo una vez al mes, preferiblemente frente a un espejo. Hay que echar un vistazo incluso a aquellas zonas que normalmente no están expuestas al sol, porque en ellas también pueden aparecer manchas y lunares sospechosos.

Aunque no se sea una persona de alto riesgo también se puede tener un cáncer de piel, por lo que ninguna
persona debe olvidar revisar su piel de forma regular. Las áreas clave son:

  1. La cara, incluyendo la nariz, los labios, la boca y las orejas (también por detrás de las mismas)
  2. El cuero cabelludo. Hay que utilizar un peine para separar el pelo en capas. Hombres: en caso de calvicie, examinar todo el cuello cabelludo
  3. Las manos. Tanto las palmas como el dorso y los huecos entre los dedos
  4. Las axilas y la parte interna del brazo
  5. El cuello, el pecho y la parte superior del cuerpo. La nuca y espalda se deben examinar con ayuda de un pequeño espejo. Mujeres: revisar entre las mamas y por debajo de las mismas
  6. Los glúteos, detrás de las piernas y de las rodillas
  7. Los pies, prestando atención a las plantas y a los espacios entre los dedos

Recomendaciones básicas frente al sol

  • Usar crema solar con factor de protección alto (de al menos 30)
  • Renovarla cada dos horas y después de cada baño
  • Extremar las medidas de protección para los niños: crema solar, camiseta y gorra en todo momento. No exponerles al sol antes de los seis meses de edad
  • En verano, evitar las horas de mayor intensidad solar (entre las 12 y las 17 horas)
  • Evitar el uso de cabinas de bronceado (rayos UVA)

Tienen más riesgo las personas que…

  • Son claras de piel y se suelen quemar con el sol
  • Han sufrido quemaduras solares en la infancia
  • Pasan muchas horas al sol por ocio o por trabajo
  • Se exponen al sol de forma intensa en periodos cortos, como en vacaciones
  • Utilizan cabinas de rayos UVA
  • Han cumplido los 50 años
  • Tienen más de 50 lunares
  • Cuentan en su familia con antecedentes de cáncer de piel
  • Han sido trasplantadas de algún órgano

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