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Dile adiós al sedentarismo ¡Empieza a hacer deporte!

El ejercicio físico tiene innumerables beneficios para la salud, pero ¡ojo!, si nunca lo has practicado o lo tienes más que olvidado, no puedes empezar corriendo una maratón. Te contamos qué pasos debes dar para empezar a hacer deporte sin riesgos para tu salud.

¿Empieza el año y te has propuesto comenzar a practicar ejercicio? Enhorabuena. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la actividad física mejora el estado muscular y cardiorrespiratorio y la salud ósea y funcional. Además, reduce el riesgo de sufrir hipertensión, problemas coronarios, ictus, diabetes, cáncer de mama y de colon y depresión, y, además, es fundamental para controlar el peso.

Sin embargo, no puedes pasar de cero a cien en solo unos días. Si nunca has practicado ejercicio físico de forma habitual es imprescindible que tomes algunas medidas para evitar lesiones, sobrecargas o dolencias que podrían llegar a ser graves.

Lo primero, un chequeo

Antes de correr hasta el gimnasio sométete a un chequeo médico. Así podrás descartar cardiopatías ocultas o una presión arterial inadecuada.

La Fundación Española del Corazón (FEC) recomienda también someterse a un electrocardiograma en reposo y, en el caso de personas de más de 40 años con factores de riesgo (hipertensión, diabetes, todo tipo de patologías coronarias...), también a una prueba de esfuerzo.

Una vez descartado cualquier problema de salud, elige un deporte acorde a tu edad, condición física y gustos.

Después empieza a hacer deporte de forma suave y aumenta la intensidad poco a poco. Cuando la actividad física se incrementa el corazón debe aumentar el gasto cardiaco (la cantidad de sangre que puede bombear por minuto) y eso hace que el músculo cardiaco se vuelva más flexible. Pero necesita tiempo para adaptarse…

Por último, la FEC recomienda no ignorar el denominado 'entrenamiento invisible': aliméntate bien, hidrátate durante y después del ejercicio y descansa lo suficiente para recuperarte. Y mantente alerta ante señales de alarma como tener un sueño poco reparador o sufrir irritabilidad y nerviosismo: quizá tu cuerpo esté asimilando mal el entrenamiento.

Con la actividad física el corazón se vuelve más flexible, pero necesita tiempo para adaptarse 

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