España, con más de un millón de hectáreas dedicadas al cultivo de la vid, es el segundo productor europeo y el sexto exportador mundial de uva de mesa. Y gracias a sus 40 millones de hectolitros anuales, se disputa con Francia e Italia el primer puesto como productor de vino. Pero más allá de esas cifras, la uva es, sobre todo, un fruto que proporciona múltiples efectos saludables.
Numerosos estudios apuntan en esta dirección, como el realizado en 2008 por la Universidad de Kentucky con células de la leucemia tratadas con extracto de semillas de uva. Los investigadores estadounidenses determinaron que ese extracto atacaba las células malignas e inducía su apoptosis o muerte celular: el 76 por ciento se suicidaban en 24 horas.
«Todo el mundo anda buscando un agente que actúe contra las células cancerígenas y conserve las sanas –apunta el profesor Xianglin Shi, director de este estudio–, y nosotros hemos logrado probar que el extracto de semillas de uva está dentro de esa categoría».
Ese efecto se debe a que las uvas contienen polifenoles, entre ellos taninos y flavonoides, con gran poder antioxidante, antitumoral y anticancerígeno. Además, la quercitina y otros flavonoides contenidos en las uvas pueden proteger el corazón y las arterias, pues producen vasodilatación y aumentan el flujo sanguíneo, disminuyen la agregación plaquetaria y el riesgo de padecer coágulos o trombos, e inhiben la oxidación del colesterol 'malo', que provoca arteriosclerosis.
El diurético perfecto
Por su contenido en fibra, la uva es también un laxante suave que ha de consumirse con piel y pepitas para combatir el estreñimiento. En pequeñas dosis, depura el intestino y ayuda a la digestión. El ácido fólico, imprescindible en los procesos de división y multiplicación celular de los primeros meses de gestación, hace que la uva sea recomendable en mujeres embarazadas para prevenir la espina bífida en el feto. Esta fruta posee, además, un efecto diurético beneficioso en caso de gota, litiasis renal u otras enfermedades asociadas a la retención de líquidos.
Y no solo cuida nuestro interior: la uva es hidratante, combate los daños del sol y la contaminación, y frena el envejecimiento cutáneo. Toda una bomba de salud en el tamaño de una píldora.
No tires las semillas, por favor
La uva esconde un tesoro en su interior. Sus pepitas son una fuente de proantocianidinas con grandes poderes: son 20 veces más antioxidantes que la vitamina E y 50 veces más que la C. Se sabe que protegen la piel de los daños del sol, depuran el organismo y protegen los pulmones y la salud cardiovascular. Además, pruebas de laboratorio han desvelado que tienen propiedades antiinflamatorias y anticancerígenas, que ayudan a combatir cánceres de pulmón, mama y estómago.
El ácido linoleico presente en el aceite de semilla de uva se ha revelado muy útil para fortalecer las membranas celulares y mejorar el aspecto general de la piel. Es una buena alternativa a los antiojeras tradicionales.
¿Blancas o negras?
- UVA BLANCA: cardiosaludable
Sus vitaminas ayudan a reconstruir los tejidos, a mejorar el funcionamiento del corazón, la producción de glóbulos rojos y la oxigenación de la sangre, y sus antioxidantes combaten el cáncer, el Alzheimer y las enfermedades coronarias.
- UVA NEGRA: anticancerígena
La uva negra es rica en potasio –que ayuda a mantener los niveles de líquidos en el organismo– y en ácido fólico –útil para prevenir problemas de espina bífida–. Sus antioxidantes –taninos y antocianinas– poseen efectos antitumorales y anticancerígenos.
