Ya quedan pocas semanas para los exámenes de final de curso y con ellos también llega la inquietud de los padres… ¿Estamos preparados para que nuestros hijos suspendan? A la tensión de los chavales al traer varios suspensos se une el miedo de los progenitores, y lo habitual en estos casos es que acabe estallando una batalla emocional de reproches que solo conduce a la incomunicación entre ambas partes. Las expectativas académicas, el temor al fracaso escolar junto con un sentimiento de culpa de no estar haciendo las cosas correctamente están detrás de estas reacciones.
Para María Fuertes, psicopedagoga y mediadora de EnpositivoSí (www.enpositivosi.com), «un suspenso es algo que hay que aceptar como un aspecto más de la vida de muchos estudiantes. Es necesario apoyarles para superar la frustración, afrontándolo desde la familia como un motor de aprendizaje y generador de alternativas que ayuden a mejorar esos malos resultados».
Ante todo, calma
La mejor forma de empezar a afrontar el problema es mantener la tranquilidad y no utilizar expresiones descalificativas que dañen la autoestima del niño ni imponer castigos excesivos que luego no se puedan cumplir.
Así, desde la calma se puede plantear el problema con una actitud cercana. María Fuertes aconseja «escuchar los argumentos del niño y reconocer cómo se siente para poder identificar los motivos de forma realista. Solo así se puede diseñar un plan de acción conjunta en el que hay que incluir los consejos del centro escolar».
Cuando se trata de chicos que llegan a la adolescencia, los expertos señalan que, además del aumento de capacidades, también crecen sus dudas y pueden sentirse desorientados. Es fácil que no encuentren sentido a sus estudios y se sientan inseguros. Por eso, es tarea de los adultos enseñarles la importancia de avanzar hasta que aclaren sus ideas y motivarles. Una vez diseñada una estrategia con la ayuda de los profesores, hay que ser firmes en su aplicación y realizar un seguimiento escolar. Además, es importante que los chicos participen en el desarrollo del plan para que se comprometan, pero para ello es importante distinguir si el chaval se ha dado cuenta de que no ha dedicado tiempo suficiente a sus tareas y por eso ha suspendido, o solamente se justifica. Solo conseguiremos los cambios necesarios cuando su pensamiento se ajuste a la realidad.
Dale la vuelta a las malas notas
La psicopedagoga María Fuertes nos ofrece varias estrategias para sacar provecho a los estudios y conseguir darle la vuelta a los resultados escolares:
ADECÚA LA ZONA DE ESTUDIO A LA EDAD. Procúrale un lugar tranquilo con la mesa despejada y una buena iluminación.
ESTABLECE UN HORARIO JUNTO CON TU HIJO para hacer los deberes y estudiar.
PÍDELE QUE USE UNA AGENDA PARA MARCAR LAS FECHAS DE EXÁMENES, entregas de trabajos y otras actividades extraescolares. Así visualizará y planificará mejor las tareas.
AVERIGUA SI SABE DESARROLLAR TÉCNICAS PARA TOMAR APUNTES, elaborar resúmenes o mejorar la comprensión lectora.
CONTROLA EL USO DEL ORDENADOR, DEL MÓVIL… En los ratos dedicados al estudio, hay que evitar distracciones, ya que pueden romper la concentración.
FIJA UNAS HORAS DE SUEÑO ADECUADAS A LA EDAD, siendo los periodos de exámenes las épocas en las que se requiere más esfuerzo y concentración por parte del alumno.
Si todo va mal, consulta con un especialista
En ocasiones se requiere la ayuda de un profesor particular o un curso de técnicas de estudio. Si persisten las dificultades consulta con un especialista, pues puede haber problemas de aprendizaje, déficit de atención o una alteración emocional que influya en el rendimiento escolar del niño.
